Medio ambiente y regiones indígenas
__________________________________Recuadro
I.7.2
México ha sido reconocido como uno de los países
con mayor diversidad biológica. En su territorio se localizan
cerca del 10% de las especies silvestres conocidas en el mundo; de esta
amplia y rica biodiversidad destacan los niveles de endemismo de su
flora, la que se estima es más del 40% de las especies, son endémicas
y de la fauna donde dicha característica se presenta en el 29%
de los vertebrados. El desarrollo de los pueblos, y en general de la
humanidad, está íntimamente asociado a la cantidad y calidad
de los recursos naturales en las diferentes regiones donde éstos
se han asentado y sus culturas han florecido y evolucionado. En México,
la población indígena se encuentra en todas las entidades
federativas. Sin embargo, 90% de esta población vive en las regiones
biogeográficas más ricas: trópico húmedo,
trópico seco y zonas templadas. Estos territorios de rica diversidad
biológica han influido en el desarrollo de sus culturas y de
su historia.
De acuerdo con los datos del inventario nacional forestal de 2000 se
calcula que en el territorio nacional existe una extensión arbolada
de 65 673 283 hectáreas de las cuales la mayor parte se encuentra
en territorios indígenas; y casi la tercera parte de la población
que habita en las zonas forestales del país es indígena.
A través del tiempo, los pueblos indígenas desarrollaron
formas de interacción socioeconómica y cultural con los
ecosistemas que permitieron crear y perfeccionar complejas prácticas
de manejo que combinan la conservación, la capacidad productiva
y la regeneración natural de los recursos. Estas prácticas
se confrontaron con los procesos de producción predominantes
a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuya característica
fundamental ha sido el crecimiento económico a costa de la destrucción,
sobreexplotación y contaminación de los recursos naturales.
A partir de 1980, la problemática ambiental
ha sido una preocupación creciente. Diversos sectores de la sociedad
mexicana, incluidos los pueblos indígenas, han reclamado la acción
gubernamental para frenar la devastación ecológica y las
alteraciones ambientales que han sufrido diversas regiones del país
tales como la deforestación, la erosión de suelos, la
contaminación de cuerpos de agua y la desertificación
creciente. Puede afirmarse que la política de aprovechamiento
de los recursos naturales se ha fundamentado en el impulso de tecnologías
no siempre apropiadas y que degradan o afectan las cadenas biológicas
y los ecosistemas. Paralelamente, han modificado los patrones tradicionales
que las comunidades indígenas perfeccionaron para el equilibrio
entre aprovechamiento y conservación de los recursos naturales
de su entorno.
Como resultado de la ruptura del equilibrio socio-ecológico se
presenta la disminución de los recursos y se ha acentuado la
pobreza de la población indígena. El deterioro ambiental
ha impactado en la autosuficiencia alimentaría y ocasionado una
creciente presión sobre los recursos naturales, misma que se
traduce en la expansión de la frontera agrícola hacia
tierras de baja calidad o no aptas para el cultivo en detrimento principalmente
de las selvas en las zonas tropicales y de las áreas boscosas
en las zonas templadas. De igual manera, se han afectado los frágiles
equilibrios ecológicos de las áreas selváticas
por la captura de fauna y recolección de flora silvestres para
su comercialización como una forma de obtener recursos. Estas
actividades, además de la sobreexplotación o la tala irracional
de bosques, han provocado la pérdida del capital natural por
la afectación de los sistemas y cadenas biológicas con
lo que se han iniciado procesos de reducción de las poblaciones
silvestres que eventualmente pueden desembocar en la extinción
de especies.
Para la protección y conservación de la biodiversidad,
la política ambiental instrumentada por el Estado ha consistido
en declarar las zonas de interés como áreas naturales
protegidas. En el país se localiza un total de 127 áreas
naturales protegidas, 51 de ellas se encuentran en zonas con fuerte
presencia indígena e involucran a 48 municipios indígenas.
Si bien los decretos de expropiación señalan que para
la protección y conservación de los sistemas naturales,
así como para el manejo sustentable de las áreas protegidas
y su zona de influencia, es necesario involucrar a las comunidades indígenas
y rurales, entre otros actores, no siempre se ha consultado ni sensibilizado
a la población afectada por dichos decretos, a pesar de que el
establecimiento de vedas y restricciones en el uso y manejo de los recursos
impiden o limitan las actividades productivas. En consecuencia, más
que verse como una acción de beneficio para las comunidades,
estas medidas se consideran como obstáculos para su desarrollo
y, en muchos casos, han agravado las condiciones de marginación
y pobreza de la población. En general no están acompañadas
de opciones productivas por lo que, al mismo tiempo, se ejerce presión
sobre los recursos que se intenta proteger.
En las regiones forestales se ha tratado de corregir la explotación
ilegal a través de la participación organizada de los
comuneros y ejidatarios. Sin embargo, esta medida no ha evitado el deterioro
ni la destrucción del recurso, lo que impide un aprovechamiento
racional por parte de sus poseedores legales. Para superar esta situación
es necesario un programa de ordenamiento que considere las diversas
características naturales y culturales de las regiones indígenas.
La conservación del medio natural implica la preservación
y el enriquecimiento de su patrimonio y su desarrollo social.
El acervo técnico y el conocimiento de los pueblos indígenas
constituyen una base para impulsar acciones de conservación y
manejo ordenado de los recursos. No obstante, sus tecnologías
no siempre pueden hacer frente a procesos de degradación que
han generado diversos sistemas productivos, incluidos los propios, por
lo que adecuarlas y combinarlas con otras tecnologías en consenso
con los pueblos indígenas es una tarea fundamental.
Fuente:
Instituto Nacional Indigenista, Programa Nacional para el Desarrollo
de los Pueblos Indígenas 2001-2006, México, 2001.
Semarnat, Subsecretaría de Gestión
para la Protección Ambiental, Dirección General de Federalización
y Descentralización de Servicios Forestales
y de Suelo, México, 2002.