Desastres y procesos de deterioro ambiental
___________________________Recuadro
I.8.1
El territorio nacional, por su ubicación geográfica, suele
verse afectado por la ocurrencia de diversos fenómenos naturales
que en ocasiones dan lugar a situaciones de amenaza para la población
y el medio ambiente. En las últimas décadas, los fenómenos
naturales han dejado en México daños con un costo promedio
anual de 100 vidas humanas y cerca de 700 millones de dólares.
Esta realidad requiere ser tomada en cuenta e incluirse
en los diagnósticos y estrategias de las políticas de
población y medio ambiente, tanto por las consecuencias que eventualmente
pueden tener sobre la dinámica demográfica y la distribución
territorial de la población, como por la influencia de los propios
procesos poblacionales en la determinación del eventual impacto
de los desastres ligados a fenómenos naturales.
El tema en cuestión, en sus complejas interrelaciones,
apenas empieza a ser considerado de manera sistemática por las
políticas de población, protección civil y medio
ambiente. Este tipo de análisis es sumamente relevante y resulta
imprescindible para apoyar los esfuerzos dirigidos a prevenir los desastres
ligados a fenómenos naturales y antrópicos y, en consecuencia,
para reforzar estrategias en los distintos órdenes de gobierno
que permitan enfrentar estas amenazas de una manera más eficiente,
incluida la intensificación de los esfuerzos multisectoriales
de planeación regional y de ordenamiento territorial y ecológico.
La Semarnat ha decidido elaborar una agenda de riesgos para promover
prácticas de prevención en las acciones gubernamentales
mediante un análisis sistematizado de los riesgos que amenazan
la seguridad nacional. Actualmente, la Dirección General de Ordenamiento
Ecológico y Conservación de los Ecosistemas del Instituto
Nacional de Ecología realiza trabajos para incorporar factores
clave de vulnerabilidad y peligro en los procesos de ordenamiento ecológico.
En el caso de los desastres relacionados con la degradación
ambiental se requiere un tratamiento específico, tanto desde
el punto de vista conceptual, como de la evaluación del desastre
desde la perspectiva de la protección ambiental y el desarrollo
sustentable.
La terea institucional es impostergable en ese sentido,
pues la insustentabilidad de los procesos productivos está generando
límites de base en muchos de nuestros ecosistemas naturales.
Además, los procesos de deterioro han sido tan severos, que ya
resultan desastrosos para varios aspectos de la vida humana o amenazan
con serlo.
Las primeras manifestaciones de los procesos de deterioro se dejaron
sentir en el ámbito local, después se ampliaron al espacio
regional y en la actualidad se extienden por todo el territorio nacional.
En estos procesos la temporalidad de sus efectos es un factor clave:
Algunos de estos procesos como la deforestación, el deterioro
de los suelos, la sobreexplotación de algunas pesquerías,
la sequía y la escasez del agua, están manifestando sus
efectos desastrosos, en el corto plazo.
Otros, como la capacidad limitada de la atmósfera
para absorber las emisiones excesivas de carbono (CO2), la contaminación
del agua y los vertidos insustentables de residuos sólidos en
ríos y mares, apenas si se muestran en algunas regiones y ciudades
del país. Pero sus efectos verdaderos, amenazan con manifestarse
intensamente en el mediano y largo plazo.
Las tendencias destructivas para el medio ambiente
han cobrado tal velocidad en los últimos años, que no
sólo están agotando rápidamente el capital natural
del país y acelerando los procesos de contaminación de
aire y agua, sino que también están frenando las capacidades
productivas y se encuentran estimulando el surgimiento de un conjunto
diverso de conflictos sociales.
Muestra de lo anterior, es que prácticamente
todas las transgresiones a los límites de sustentabilidad del
medio ambiente y de los ecosistemas naturales del país –pesca
y pastoreo excesivos, agotamiento de mantos acuíferos, deforestación,
erosión del suelo etc.- se hacen acompañar de calamidades
y desastres de tipo socio-ambientales, que se traducen en pérdidas
de la producción, particularmente alimentos, puestos de trabajo,
caídas en los ingresos de la población y de las exportaciones,
aumentos en el número de epidemias, enfermedades y daños
a la salud de la población, así como en incremento de
las migraciones masivas del campo a la ciudad y de los niveles de marginación
y pobreza.
Por eso, no debe sorprender que los efectos negativos
de la insustentabilidad de los procesos productivos y la magnitud y
frecuencia de las calamidades y desastres ambientales, demanden la integración
de visiones y enfoques para el diseño de las políticas
públicas relacionadas con la presencia de los desastres naturales.
Tampoco el hecho de que la eficiencia de las medidas de atención
a desastres dependa, cada vez más, del cómo la acción
pública articula sus acciones de prevención y mitigación
con las dimensiones y escalas de los riesgos ambientales.
Fuente: Elaborado por
Semarnat con base en: Semarnat, Programa Nacional de Medio Ambiente
y Recursos Naturales 2001-2006, Semarnat, México, 2001.
Conapo, La Situación Demográfica
de México, Conapo, México, 2000.
Cenapred / Segob / Sistema Nacional de Protección
Civil, Diagnóstico de Peligros e Identificación
de Riesgos de Desastres en México, Atlas Nacional de Riesgos
de la República Mexicana, México 2001.