La degradación de suelos en México __________
__________________Recuadro III.3.3.2
En México, la desertificación forma parte de un problema
de orden nacional que es la degradación de suelos en usos agropecuarios
y forestales en tierras secas y montañosas principalmente. La
desertificación es ante todo un problema de desarrollo sostenible.
Es una cuestión de pobreza y bienestar humano, así como
de la preservación del medio ambiente. Los problemas sociales
y económicos, de seguridad alimenticia, migraciones y la estabilidad
política, están estrechamente relacionados con la degradación
de suelos y con otras cuestiones ambientales como son, el cambio climático,
la diversidad biológica y el abastecimiento de agua potable.
El 1 de junio de 1995, mediante decreto que se promulga
en el Diario Oficial de la Federación, México ratifica
la adhesión a la Convención de las Naciones Unidas de
Lucha contra la Desertificación en los países afectados
por la sequía grave o desertificación (CCD). Para efectos
de la convención y para el país, desde este decreto de
promulgación y hasta principios de 1999, se entendió que
la desertificación es la degradación de suelos de zonas
áridas, semiáridas y subhúmedas secas, resultante
de factores diversos, tales como las variaciones climáticas y
actividades humanas. Esta definición incluye tres elementos distintos
y con requerimientos diferentes como son las sequías recurrentes
(en periodos cortos), fluctuaciones climáticas a largo plazo
y degradación de suelos por actividades humanas. Un aspecto de
mayor importancia en esta definición es el concepto degradación
de la tierra, que es sumamente diferente, conceptualmente, a degradación
del suelo ya que en la primera no sólo se contempla la degradación
del suelo sino de cualquier otro de los elementos biológicos
y físicos del terreno, como son la cubierta vegetal, la biota
animal, los recursos hídricos, etcétera.
Acerca de las causantes principales de la degradación
del suelo, destacan sobremanera las actividades humanas, pues la satisfacción
de las necesidades materiales del hombre supone la transformación
de los recursos naturales y con frecuencia la alteración del
medio ambiente.
Esta visión de la naturaleza ha provocado que
el 64% de los suelos del país presente actualmente problemas
de degradación en diferentes grados.
El proceso más importante de degradación
del suelo en México es la erosión hídrica, cuya
superficie de afectación asciende a 37% (72 465 144 ha del territorio).
Los efectos más dramáticos se presentan con la formación
de cárcavas, lo que deriva en zonas improductivas para cualquier
actividad económica. De la misma manera, la erosión también
afecta las capas superficiales de las tierras, donde si bien es posible
seguir desarrollando actividades agropecuarias y forestales, se presenta
una baja considerable en la producción y en estas áreas
donde es posible revertir el fenómeno mediante un uso sustentable
del recurso. Otro tipo de degradación de gran importancia es
la erosión eólica, la cual afecta el 23.25% de la superficie
nacional; se presenta principalmente en las zonas áridas, semiáridas
y subhúmedas secas. También la degradación química
(salinización y contaminación por desechos urbanos e industriales,
principalmente), es un tipo de degradación que afecta principalmente
a las zonas agrícolas y abarca 13.2 millones de hectáreas
a nivel nacional, de las cuales 6 242 115 ha corresponden a salinidad.
Se ha identificado que la mayor degradación
de los suelos del país se debe a la deforestación asociada
a cambios de uso del suelo (hacia actividades agropecuarias principalmente),
lo que representa un 51.3%. Cabe destacar que durante los 16 años
anteriores a 1995, en México se perdieron más de 11 millones
de hectáreas de vegetación natural. Aproximadamente la
mitad de las zonas deforestadas o que cambian de uso, se dedican a la
actividad ganadera bajo condiciones de sobrepastoreo, lo cual alcanza
un 25% de la superficie del país.
Otras causas del deterioro de los suelos están
estrechamente relacionadas con las actividades agrícolas, vía
la utilización de prácticas de producción inadecuada
tales como la aplicación excesiva de riego, la quema de residuos
de cosecha, el exceso de labranza y la falta de prácticas de
conservación de suelo y agua.
El problema de la degradación del suelo está
latente en cualquier ecosistema y las zonas secas (áridas, semiáridas
y subhúmedas secas), las cuales cubren aproximadamente 99 millones
de hectáreas (ver cuadro III.3.2.15), donde el 41% es desierto
natural sin influencia del hombre o sin degradación aparente.
Sin embargo, el 59% restante se encuentra degradado en diferentes niveles.
Los procesos de degradación más importantes son la erosión
hídrica con un 28% y la erosión eólica con un 22.8%
de las zonas secas. Las causas que generan deterioro en estas zonas
de baja precipitación y alta evaporación son el mal manejo
del ganado, lo que trae como consecuencia el sobrepastoreo que afecta
24 846 169 ha (25%), otro factor causal es la pérdida de la vegetación
y el cambio de uso del suelo que en conjunto afectan el 18.4% (18 millones
de hectáreas) de las zonas secas.
Retos en la lucha contra la degradación de tierras y la desertificación
Si bien México ha realizado numerosos esfuerzos
para prevenir y controlar la degradación de suelos y la desertificación,
también es cierto que hay todavía mucho por hacer. En
los próximos años habrán de definirse políticas
y mecanismos que permitan al país encarar los múltiples
retos esenciales para frenar el proceso de deterioro de los suelos.
Dado el carácter multisectorial de la degradación del
suelo, sus causas y consecuencias, en un primer reto se ubica la construcción
de una adecuada coordinación intersecretarial que permita el
diseño y aplicación de problemas integrales, que ayuden
a abordar problemáticas como el cuidado en el aprovechamiento
de los recursos naturales, el mejoramiento de las actividades productivas,
la suficiencia alimentaria y la lucha contra la pobreza, entre otras.
Un mejor entendimiento de los procesos de la degradación
de suelos, y particularmente de la desertificación y sus vínculos
con la sequía, representa otro tema en el que como país
se deberá profundizar para lograr mejores resultados en la aplicación
de medidas para controlar y revertir el deterioro de tierras. Las variaciones
climáticas están afectando sensiblemente las característi-cas
de las sequías, las cuales se constituyen como la principal causa
natural que origina el deterioro de las tierras secas, por lo que la
comprensión de sus efectos puede ayudar además a establecer
las sinergias necesarias con la Convención Marco de Cambio Climático.
México formuló un documento guía
de Plan de Acción de Combate a la Desertificación en 1994,
antes del establecimiento de la Convención de Lucha Contra la
Desertificación y la Sequía. Este plan se ha constituido
como una guía que orienta las acciones; sin embargo, requiere
ser actualizado de acuerdo a los avances en diagnóstico, marco
jurídico e institucional y participación social. El reto
de actualizar el plan de acción debe incluir además mecanismos
y compromisos claros para la elaboración y operación de
programas y proyectos, así como ampliar el concepto de degradación
de suelos en el ámbito de su aplicación.
No obstante, persiste el reto de incrementar y fortalecer
la participación social, no sólo a partir de mecanismos
institucionalizados, sino también en el marco del principio del
desarrollo participativo que promueve la Convención y que otorga
un papel protagónico a las comunidades locales para la identificación,
planeación, puesta en marcha y evaluación de sus proyectos
relacionados al tema. Es de gran importancia, igualmente, lograr una
elevación de la conciencia de la sociedad de los riesgos que
implica el deterioro de las tierras.
Participación social para la lucha contra la desertificación
y la degradación de tierras
La planificación tradicional para el desarrollo
se ha realizado con demasiada frecuencia "de arriba-abajo":
los expertos externos, que comienzan el proceso definiendo las metas,
actividades, y resultados previstos, visitan algunas veces la zona para
consultar a las autoridades locales, informales acerca del contenido
del plan e invitar a la comunidad a colaborar en la ejecución
de los proyectos. La Convención cambia radicalmente este método
de trabajo. El espíritu y los términos de la Convención
reflejan la filosofía del desarrollo participativo; los programas
de acción para luchar contra la desertificación se organizarán
ahora en el ámbito local y se basarán en una participación
local genuina.
Para combatir la degradación de tierras y la
desertificación, México ha adoptado también este
enfoque de desarrollo participativo y pone un fuerte énfasis
en la participación de la sociedad civil, particularmente de
las comunidades, las cuales poseen una valiosa experiencia y un conocimiento
especial de su propio entorno. Cuando no asumen la responsabilidad para
gestionar los recursos naturales, su aprovechamiento y de esos recursos
se vuelve muy ineficiente y ello lleva a menudo a la degradación
de suelos. El desarrollo participativo reconoce el derecho que poseen
las comunidades locales sobre sus recursos, pues son los primeros interesados
en aumentar la productividad agrícola, velando por mantener el
equilibrio ecológico de sus frágiles tierras a lar-go
plazo. Además, la participación local en la planificación
y toma de decisiones es un elemento esencial para consolidar las capacidades
locales.
En nuestro país, en 1997 surge la Red Mexicana
de Esfuerzos contra la Desertificación y la Degradación
de los Recursos Naturales (RIOD-Méx) que agrupa a 46 organizaciones
no gubernamentales, organizaciones de productores y representantes del
sector académico, quienes en un esquema de corresponsabilidad
entre el gobierno y la sociedad están realizando diferentes acciones
tendientes a la elevación de la conciencia sobre la gravedad
del problema de la degradación de tierras, así como hacia
el fortalecimiento de las capacidades locales y regionales para enfrentar
esta problemática y sus efectos.
Deben ser participantes activos aquellas personas que
intervienen directamente en la gestión y aprovechamiento de las
tierras. En el caso de la degradación de los suelos, los pequeños
agricultores, pastores, silvicultores, y otros usuarios locales son
indispensables para la buena marcha de este proceso, ya que están
en contacto más estrecho con la tierra. Las autoridades tradicionales
(por ejemplo, ancianos, comisariados ejidales y representantes de grupos
comunitarios), así como funcionarios regionales y nacionales
son también imprescindibles para hacer dinámicas las actividades.
También es indispensable contar con la participación de
expertos técnicos, investigadores, organizaciones no gubernamentales
(ONG's), y asociaciones de voluntarios, por la pericia y conocimientos
técnicos que puedan aportar.
Primer Informe Nacional de la Aplicación de Lucha Contra la
Desertificación y la Degradación de Tierras (versión
resumida)
La atención a los problemas de degradación
de los recursos naturales y su relación con la pobreza que se
presenta principalmente en el medio rural, han sido motivo de atención
por parte de diferentes sectores sociales, económicos y políticos,
cuya gestión hacia la consolidación de políticas
y programas de desarrollo sustentable, ha estado inmersa en los diversos
esfuerzos que mundialmente se han gestado para la protección
y conservación de la naturaleza.
Con la plena convicción de que los acuerdos
internacionales son importantes para que los países asuman responsabilidades
sobre problemas de carácter global e impulsan la necesaria relación
entre países, a la vez que se enriquecen de las experiencias
locales, México participó en la Convención de Lucha
contra la Desertificación y la mitigación de los efectos
de la sequía (CCD) desde la fase de negociaciones tendientes
a su establecimiento, firmando y ratificando su adhesión a la
CCD a inicios de 1995. Cuando México asumió la responsabilidad
de aplicar los mandatos de la CCD, contaba ya con un diagnóstico
global sobre la desertificación en el país, además,
había elaborado su Plan de Acción de Combate a la Desertificación
(PACD-México) que involucró a diferentes actores de la
sociedad, lo que refleja la alta prioridad que para el país tiene
este tema.
La implementación de la CCD en México,
se aborda desde una perspectiva nacional, con base en el reconocimiento
de diversas regiones. De esta manera, a través del desarrollo
regional se busca la aplicación diferencial de planes, programas
y estrategias adecuados a distintas condiciones naturales, socioculturales
y económicas. Este enfoque, de desarrollo regional permite la
articulación intersectorial, la concentración de esfuerzos,
un mejor uso de los recursos disponibles y una mayor participación
social.
Los planteamientos y objetivos del PACD, retomados
en el Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 (PND), fueron puestos en
práctica a través de una amplia gama de programas y proyectos
que abordan los campos de la conservación de recursos naturales,
el mejoramiento de los sistemas productivos rurales y el combate a la
pobreza.
Este primer informe nacional, además de informar
a la Conferencia de las Partes sobre la situación del país
con respecto a las medidas tomadas para la aplicación de la CCD,
constituye un importante ejercicio de auto evaluación que deberá
retomarse en el proceso de actualización del PACD para garantizar
una efectiva participación a todos los niveles de los diferentes
sectores de la sociedad mexicana en la lucha contra la desertificación.
Por otra parte, el desarrollo de un modelo para medir
y evaluar los progresos en la lucha contra la degradación de
la tierra es uno de los proyectos que se están desarrollando
actualmente. Durante el 2002 se establecerá una región
piloto del sistema de monitoreo, como parte del proyecto "Modelo
de indicadores para ecosistemas de tierras secas", en forma conjunta
con Chile y Brasil. A partir de los resultados de la primera fase y
con base en un reporte de aplicabilidad y uso potencial del modelo,
México deberá plantearse la estrategia para su aplicación
en otras regiones y los requerimientos de apoyo técnico y financiamiento
con tal fin. El proyecto del Sistema de Monitoreo del Estado de la tierra
(SIMET) se encuentra actualmente en la fase de desarrollo y la página
en Internet de la Red de Información de Suelos y Lucha contra
la Desertificación (RISDE) provee de información valiosa
en la materia.
Asimismo, el Inventario Nacional de Suelos ha implementando
la Evaluación de la Degradación del Suelo causada por
el hombre en la República Mexicana (DESUMEX), escala 1:250 000,
la cuál servirá de base para una planeación estratégica
de conservación y restauración de recursos forestales
y de suelos, por regiones, ecosistemas y cuencas, en apoyo a la Lucha
contra la Desertificación y Sequía en México.
Fuente:
Inventario Nacional de Suelos / Semarnat, 2002, a partir de diversas
fuentes: Informes de Conaza /Sedesol, Plan de Acción para Combatir
la Desertificación en México, (PACD-México, 1994),
México; Diario Oficial de la Federación (D.O.F) del 1
de junio de 1995 (Págs. 5 a la 36); Informes de Semarnat / PNUMA,
1999.