¿Sólidos o peligrosos?

 

Los residuos sólidos generados en cualquier localidad se clasifican en función de las fuentes que los producen. Esta forma de agruparlos ofrece la pauta para determinar sus propiedades cualitativas y cuantitativas, lo que permite diseñar indicadores que orienten las opciones de tratamiento por tipo de residuo y consigan establecer estrategias para un manejo adecuado.

De acuerdo con la fuente de generación, los residuos se clasifican en sólidos municipales y peligrosos. Según la Agenda 21, los residuos sólidos municipales comprenden todos los desperdicios domésticos y los desechos no peligrosos, como los residuos comerciales e institucionales, la basura de la calle y los escombros de la construcción. Para el caso de México, la Norma Oficial Mexicana (NOM-083-ECOL-1996) define los residuos sólidos como aquellos que provienen de casas habitación, sitios de servicios privados y públicos, demoliciones, construcciones, establecimientos comerciales y de servicios. Debido a que su manejo es responsabilidad de los ayuntamientos, se les conoce con el nombre de residuos sólidos municipales (RSM).

Dentro de los RSM se puede encontrar una gran variedad que pueden considerarse peligrosos (poseen alguna(s) de las características CRETIB, ver más abajo), tales como baterías, aceites y grasas, pesticidas, solventes, tintes, productos de limpieza, fármacos, además de gasas, pañales desechables y papel higiénico.

Otro grupo importante de residuos son aquellos que ponen sustancial o potencialmente en peligro la salud humana o el ambiente cuando son manejados inadecuadamente. Poseen una o más características CRETIB: Corrosivo, Reactivo, Explosivo, Tóxico, Inflamable y Biológico-Infeccioso. A estos residuos se les conoce como residuos peligrosos (RP), y es competencia de la Federación su regulación, manejo y disposición final.