Principales contaminantes atmosféricos y sus efectos sobre la salud

 

Ozono (O3). Es un contaminante secundario formado por una compleja serie de reacciones químicas de los contaminantes primarios o precursores (por ejemplo, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles) en presencia de oxígeno atmosférico y luz solar. Los principales efectos a la salud están asociados con el daño que ocasiona a las células en las vías respiratorias causando, entre otros problemas, inflamación y reducción de la capacidad del aparato respiratorio tanto para combatir infecciones como para remover las partículas externas, por lo que se incrementa la incidencia de infecciones respiratorias, tos, flemas, atrofia de la mucosa nasal, irritación de ojos, disminución de la función respiratoria y visitas de emergencia por ataques de asma. Otros estudios indican que la exposición al ozono puede ocasionar inflamación pulmonar, depresión del sistema inmunológico frente a infecciones pulmonares, cambios agudos en la función, estructura y metabolismo pulmonar, además de efectos sistémicos en órganos blandos distantes del pulmón, como el hígado. Los efectos observados en seres humanos saludables expuestos a concentraciones urbanas típicas de ozono son un decremento de la capacidad respiratoria, una broncoconstricción moderada y síntomas subjetivos de tos y dolor al inspirar prolongadamente.
Las evidencias de la asociación entre mortalidad y exposición a ozono son más débiles que aquellas para partículas suspendidas (ver siguiente sección). El estimador compuesto, calculado a partir de los resultados de estudios en tres ciudades, una de ellas la ZMVM, indica un aumento en la mortalidad diaria de 0.5% por un aumento de 10 µm/m3 (0.005 ppm) en la concentración de ozono.

Partículas en suspensión (menores a 10 y 2.5 µm). Las partículas en suspensión comprenden un amplio espectro de sustancias sólidas o líquidas, orgánicas o inorgánicas, dispersas en el aire, procedentes de fuentes naturales y artificiales. Los elementos presentes en las partículas varían según las fuentes locales pero, en general, los principales componentes son carbono, hidrocarburos, material soluble en agua (como el sulfato de amonio), material insoluble que contiene pequeñas cantidades de hierro, plomo, manganeso y otros elementos, así como material biológico (polen, esporas vegetales, virus y bacterias).

Según su tamaño las partículas se dividen en gruesas que incluyen a partículas con diámetro entre 2.5 y 10 micrómetros y finas, que tienen tamaños menores a 2.5 micrómetros. Las partículas gruesas, como las que generalmente se levantan del suelo, difícilmente penetran hasta los alveolos pulmonares pues, en su mayoría, son retenidas por las mucosas y cilios de la parte superior del aparato respiratorio. En contraste, partículas provenientes de las quemas agrícolas forestales, así como las generadas por la combustión de vehículos a gasolina y diesel son en su mayoría partículas finas que sí penetran hasta los alveolos pulmonares.

Las partículas pueden tener efectos tóxicos debido a sus características físicas o químicas inherentes, o bien pueden afectar de manera indirecta al hombre tanto por la interferencia de mecanismos del aparato respiratorio como por actuar como vehículo de una sustancia tóxica absorbida o adherida a su superficie.

El aumento de las concentraciones de las partículas en suspensión se ha relacionado con el aumento de visitas a servicios de urgencias, hospitalizaciones por incremento de los padecimientos respiratorios, bronquitis aguda en niños y muerte prematura, principalmente en menores de edad y personas de la tercera edad.

Estudios de series de tiempo realizados en más de 100 ciudades del mundo, incluida la ciudad de México, han encontrado incrementos de entre 0.5% y 2.6% en las tasas de mortalidad promedio diarias por cada incremento de 10µm/m3 en las concentraciones de PM10. Un estimador compuesto calculado a partir de los resultados de los estudios realizados en la ZMVM indica que el incremento en la mortalidad diaria es de 1.4% con un aumento en la concentración de PM10 de 10µm/m3.

Monóxido de carbono (CO). Es un gas incoloro, inodoro e insípido, ligeramente menos denso que el aire. En la naturaleza se genera CO en la producción y degradación de la clorofila, mientras que su origen antropogénico se sitúa en las combustiones incompletas, por lo que es emitido casi en su totalidad (98%) por fuentes móviles (principalmente vehículos particulares). Dado que la afinidad de la hemoglobina por el CO es unas 250 veces mayor que por el oxígeno, el monóxido de carbono se combina con la hemoglobina en los glóbulos rojos de la sangre y forma carboxihemoglobina (COHb) que disminuye la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, además de interferir en su liberación en los tejidos, por lo que produce hipoxia y alteraciones del funcionamiento celular en las neuronas, en las células del corazón y en las de otros músculos. La exposición crónica a CO induce la aparición de fenómenos de aclimatación como el aumento del número de glóbulos rojos, del volumen sanguíneo y el tamaño del corazón.

Bióxido de azufre (SO2). Es un gas incoloro que en altas concentraciones puede ser detectado por su sabor y por su olor cáustico e irritante. Se disuelve con facilidad en el agua para formar ácido sulfuroso (H2SO3), el cual se oxida lentamente y forma ácido sulfúrico (H2SO4) con el oxígeno del aire. El SO2 también puede formar trióxido de azufre (SO3), vapor muy reactivo que se combina rápidamente con vapor de agua para formar un aerosol ultra fino de ácido sulfúrico, de gran importancia desde el punto de vista de efectos en la salud. En altas concentraciones en individuos normales y más bajas en individuos asmáticos, puede producir broncoconstricción.

Bióxido de nitrógeno (NO2). Junto con el óxido nítrico (NO) se produce de forma natural en cantidades muy superiores a las generadas por la actividad humana. La mayoría de las combustiones liberan óxido nítrico, el cual se convierte fácilmente en bióxido de nitrógeno en la atmósfera. La oxidación del NO a NO2 por oxidantes atmosféricos como el ozono ocurre rápidamente, siendo una de las principales rutas de producción de NO2. El bióxido de nitrógeno es un contaminante del aire en ambientes interiores, debido al tabaco y a fuentes de combustión de gas inadecuadas o mal ventiladas.

Compuestos orgánicos volátiles (COV). Estos compuestos son motivo de preocupación tanto por su papel como precursores de ozono y otros oxidantes, como por la alta toxicidad de algunos de ellos. Debido a su gran variedad, no se conocen completamente sus efectos, sin embargo, para algunos de ellos, como el benceno, se ha reconocido su papel cancerígeno. Cuando las personas se exponen por periodos largos a concentraciones altas de benceno pueden sufrir edemas y hemorragias bronquio alveolares. Los efectos cardiovasculares producto de los mismos se expresan como extrasístoles o taquicardia ventricular. Los efectos gastrointestinales dependen de la dosis ingerida, pero pueden producir desde gastritis tóxica hasta estenosis pilórica. De los efectos a la salud producidos por los COV, los hematológicos son los más ampliamente documentados, dado que los componentes celulares de la sangre son muy susceptibles a estas sustancias produciendo pancitopenia, anemia aplásica y leucemia.

Fuentes:
PNUMA. Perspectivas del medio ambiente mundial GEO-3. Grupo Mundi-Prensa. España. 2002.
Aránguez, E., J. M. Ordóñez, J. Serrano, N. Aragonés, R. Fernández-Petier, A. Gandarillas e I. Galán. Contaminantes atmosféricos y su vigilancia. Revista Española Salud Pública. España. 1999.
Instituto Nacional de Salud Pública. Centro Colaborador de Salud Ambiental. www.insp.mx.
INE. Dirección de Investigación sobre la Contaminación Urbana, Regional y Global. México. 2003.