El Niño es un fenómeno
que tiene su origen en el mar. Durante los años en los
que se presenta, las temperaturas superficiales del Océano
Pacífico son mayores a las normales. Bajo estas condiciones,
las corrientes ascendentes de agua que proceden del fondo oceánico
se reducen significativamente, y con ellas el aporte de minerales
a las capas donde habita el plancton. Dado que la vida en el
mar depende de estos organismos microscópicos y que éstos
requieren a su vez de los minerales disueltos, toda la cadena
alimenticia del Pacífico oriental se ve afectada.
Como consecuencia, durante los años de El Niño
la disponibilidad de peces, crustáceos y moluscos es
menor que durante los periodos típicos, lo que ocasiona
una reducción en el rendimiento de las pesquerías.
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En México, la producción pesquera del Océano
Pacífico ha oscilado notablemente en los últimos
años, con dos fuertes desplomes en 1992-1994 y 1998,
los cuales coincidieron en términos generales con las
altas temperaturas oceánicas registradas durante los
años de El Niño de 1991-1992 y 1998 (Figura
a).
Asimismo, los años con mayor rendimiento pesquero (1989
y 1997) corresponden al fenómeno de «La Niña»,
en el cual las temperaturas oceánicas son menores a
lo normal. Cabe señalar que El Niño de 1987
prácticamente no tuvo ningún efecto en las pesquerías,
mientras que los fenómenos recientes las perjudicaron
fuertemente. Un patrón muy semejante se percibe con
otros eventos ligados a El Niño, como los incendios
forestales (véase la Figura 2.12), y al igual que en
éstos, las actividades humanas podrían ser las
responsables del patrón (véase El
Niño, la sobreexplotación y el abatimiento de
las pesquerías).
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