El Niño, la sobreexplotación y el abatimiento de las pesquerías

 

Como se señaló en El Niño y la pesca los dos últimos eventos de El Niño han tenido un efecto mayor al ocasionado por el fenómeno de 1987. Es difícil establecer si existe un patrón en el cual los efectos de El Niño incrementan su severidad con el tiempo, como sucede por ejemplo en el caso de los incendios forestales (véase la Figura 2.12). El Niño de gran magnitud de 1982 afectó gravemente a las pesquerías, pero la fuerte tendencia creciente de la pesca en México en aquel periodo dificulta el análisis de los años previos, dado que existen dos patrones traslapados. Para el caso de los incendios forestales se demostró como el deterioro ambiental provocado por el hombre agrava los efectos de El Niño. Una lógica similar podría aplicarse a la pesca, en el sentido de que mientras más fuertemente explotadas se encuentren las unidades pesqueras de manejo (UPM), éstas son más susceptibles a las oscilaciones en la temperatura de los océanos.

El hombre explota la mayoría de los recursos pesqueros al máximo sostenible, es decir, al ritmo con el cual son capaces de regenerarse bajo condiciones normales dentro de sus límites biológicos. Esto reduce su margen de respuesta ante situaciones adversas. Por otra parte, en los años menos propicios la capacidad de regeneración se reduce, pero no necesariamente la explotación, la cual entonces podría afectar negativamente al recurso.

Para evaluar lo anterior se emplearon las pesquerías del Océano Pacífico que cuentan con evaluación de estatus en la Carta Nacional Pesquera, y cuya producción se encuentra reportada para ese litoral en el Anuario estadístico de pesca 2001. El impacto de El Niño de 1998 en la pesquería se evaluó como la caída en la producción entre 1997 y 1998. Las diferentes UPM se agruparon en tres categorías: 1) aquellas que se encuentran en deterioro en todo el Pacífico, 2) las que se encuentran aprovechadas al máximo sostenible o en deterioro en ciertas áreas del litoral, y 3) aquellas que no se encuentran explotadas al máximo en al menos una porción del Pacífico mexicano. Se encontró que las pesquerías que están sujetas a una mayor explotación sufrieron caídas más severas (Figura a1).

Debido a que las UPM en deterioro tienen, independientemente de las condiciones ambientales, una tendencia a reducir su producción, podría esperarse un patrón semejante al que se muestra en la Figura a1 incluso en ausencia de El Niño. Para evitar este problema se puede considerar la tendencia general de las pesquerías en años normales. Para ello se obtienen las tasas de crecimiento o reducción de la producción entre 1991 y 1997, ambos años con productividades máximas previas a eventos de El Niño. Suponiendo que en ausencia de dicho fenómeno las tasas se hubieran mantenido más o menos constantes, se calcula la producción esperada en 1998 y se compara con el colapso observado debido al fenómeno de ese año. Puede verse que las pesquerías en deterioro en promedio produjeron apenas el 73% de lo que se hubiera esperado para ese año, mientras que en las demás la producción fue del 89-90% (Figura a2); esto es, se vieron menos afectadas.

De seguir la tendencia mundial a que cada vez un mayor número de pesquerías se encuentren sobreexplotadas, es posible que el fenómeno de El Niño tenga efectos cada vez mayores sobre la pesca en México, tal y como se ha observado. La situación puede resultar alarmante en el caso de que (como predicen algunos modelos de cambio climático) dicho fenómeno sea más frecuente en el futuro debido al calentamiento global. Un manejo responsable de los recursos marinos podría amortiguar las oscilaciones en la producción pesquera, evitando los problemas sociales y económicos que se derivan del desplome productivo en años adversos.



 

 

 
Fuentes:
Elaboración propia con datos de: Sagarpa, Instituto Nacional de Pesca. Carta Nacional Pesquera 2000. México. 2001 y Sagarpa. Anuario Nacional de Pesca 2001. México. 2002.