El colapso de Pátzcuaro

 

El pescado blanco es una de las referencias obligadas de la gastronomía michoacana. Sin embargo, cada vez es menos abundante, por lo que los pescadores que viven de su pesca enfrentan una grave crisis. Actualmente el lago de Pátzcuaro encara diversos problemas ambientales que se reflejan en la caída de sus pesquerías. En primera instancia está la contaminación que se genera cuando los desperdicios y las aguas cargadas de fertilizantes llegan al lago, que al no tener salidas de agua, simplemente acumula todo lo que en él se vierte. Los contaminantes no sólo tienen un efecto directo sobre los peces, sino que provocan explosiones demográficas de algas que consumen el oxígeno del agua y matan a los organismos que ahí se desarrollan. Las algas microscópicas son tan abundantes que han opacado el agua, y donde antes era posible ver hasta dos metros y medio de profundidad, hoy sólo se aprecia lo que está a menos de 50 centímetros. Otro problema es la deforestación; el retiro de los bosques aumenta el escurrimiento superficial del agua y la erosión, lo que promueve el depósito de grandes cantidades de sedimento en el lago, que va secándose y haciéndose cada vez menos profundo.

En varios embalses del país se han efectuado "siembras" de peces de especies exóticas sin considerar su impacto sobre el ambiente. En Pátzcuaro se introdujo la lobina negra con la finalidad de incrementar la producción de la pesquería. Sin embargo, este pez comenzó a alimentarse del pescado blanco, que tiene un mayor precio y demanda en el mercado. El otro producto pesquero nativo del lago, el charal, también redujo su disponibilidad por la depredación de la lobina.

La pesca indiscriminada complicó la situación. Las artes de pesca inadecuadas capturaban grandes cantidades de peces pequeños que no se habían reproducido, reduciendo la capacidad de regeneración de las poblaciones de las especies. Si a ello sumamos la sobreexplotación de los recursos, la situación estaba lista para presenciar el colapso de la pesquería. Hacia 1999, la situación había alcanzado niveles críticos (Tabla a).