La Visión
del México al que Aspiramos
La visión
de futuro de México en el año 2025 que la sociedad mexicana
desea tener es la guía de todos los esfuerzos de este gobierno. Esta
visión señala las principales características del país
que queremos construir, características en las que la mayoría
de los mexicanos está de acuerdo y que deben trascender el esfuerzo
de este gobierno para afirmar un compromiso de largo plazo con la sociedad
mexicana.
Se ha definido un periodo de 25 años como un lapso en el que este
ideal pueda ser logrado; 25 años de esfuerzo para cristalizar un
desarrollo nacional del que todos nos sintamos orgullosos. Para ello es
necesario articular a toda la sociedad mexicana en la búsqueda y
logro de un nuevo país.
La visión del México al que aspiramos en el
año 2025 puede sintetizarse así: México será
una nación plenamente democrática con alta calidad de vida
que habrá logrado reducir los desequilibrios sociales extremos y que
ofrecerá a sus ciudadanos oportunidades de desarrollo humano integral
y convivencia basadas en el respeto a la legalidad y en el ejercicio real
de los derechos humanos. Será una nación dinámica,
con liderazgo en el entorno mundial, con un crecimiento estable y competitivo
y con un desarrollo incluyente y en equilibrio con el medio ambiente. Será
una nación orgullosamente sustentada en sus raíces, pluriétnica
y multicultural, con un profundo sentido de unidad nacional.
Al concluir el primer cuarto del siglo XXI los mexicanos habrán
construido una democracia sólida y logrado reducir las inequidades
sociales, políticas y económicas, con lo cual todos tendrán
acceso a una mejor calidad de vida. Estas condiciones permitirán construir
y recrear formas de organización colectiva que mantendrán
la cohesión social sobre la base de una alta participación
de diversos grupos de la sociedad y de un sólido sentido de compromiso
social de sus autoridades.
La sociedad estará integrada en su mayor parte por individuos con
sólidas capacidades para construir su propio bienestar; contarán
con el apoyo de políticas públicas eficaces para complementar
sus esfuerzos individuales, y estarán protegidos de riesgos que atenten
contra sus posibilidades de progreso. En virtud de su eficacia, su calidad
y su transparencia en el uso de los recursos públicos, las políticas
públicas tendrán un alto grado de aceptación y confianza
entre la población.
El país contará con una economía dinámica
y competitiva basada en políticas económicas que propicien
un crecimiento económico estable, continuo, tecnológicamente
innovador y en armonía con el medio ambiente. Este crecimiento hará
posible la inclusión del conjunto de la población en actividades
económicas que le permitirán ganarse la vida con dignidad
y tener acceso a niveles crecientes de poder adquisitivo.
La convivencia en el país se sustentará en un sólido
Estado de derecho. El respeto a los derechos fundamentales consagrados en
la Constitución, las leyes y los tratados internacionales serán
guía permanente en la acción del gobierno. Autoridades y ciudadanos
se conducirán, por igual, con apego a la legalidad. Ante la inobservancia
del marco normativo habrá acceso amplio y expedito a la procuración
y administración de justicia. La actuación de los gobiernos
se sujetará estrictamente a la voluntad popular, expresada en instituciones
modernas que garantizarán el ejercicio continuo de la democracia.
En el contexto internacional, nuestro país estará abierto
a los intercambios económicos, sociales, culturales y políticos.
Asimismo, México reivindicará con orgullo sus raíces
históricas, la diversidad étnica de su sociedad, su soberanía
nacional, su inamovible vocación por la paz y el respeto al orden
jurídico internacional, al tiempo que fomentará y apoyará
una cultura de la innovación. El desarrollo de la unidad nacional se
asentará en la construcción de instituciones que respeten la
multiculturalidad y normen con equidad los derechos y las obligaciones de
los distintos grupos que conforman la sociedad mexicana, sin atentar contra
la integridad de la nación ni de los valores que sustentan su identidad.
México aspira a ser uno de los países líderes en
la promoción de un desarrollo integral que llegue a toda la población.
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La Misión
del Poder Ejecutivo Federal
La administración
pública federal establece una misión que define lo que este
gobierno se compromete a realizar para avanzar en el logro del México
que se desea en el 2025.
La misión establece los objetivos por los que todos los miembros
de la administración pública, encabezados por el Presidente
de la República, se comprometen a trabajar con absoluta fuerza y
dedicación.
La misión del Poder Ejecutivo Federal 2000-2006 es
conducir responsablemente, de manera democrática y participativa,
el proceso de transición del país hacia una sociedad más
justa y humana y una economía más competitiva e incluyente,
consolidando el cambio en un nuevo marco institucional y estableciendo la
plena vigencia del Estado de derecho.
Para lograrlo habremos de:
Contar con una política de finanzas
públicas sanas, que nos permitan apoyar las acciones que encaminen
al país hacia el desarrollo que se requiere.
Ser un
buen gobierno, mediante la implantación de prácticas y procesos
que garanticen la concreción de los resultados del Plan Nacional de
Desarrollo 2001-2006.
Tener
un gobierno inteligente, eficaz, efectivo, que haga más y cueste menos.
Establecer
al desarrollo humano como eje rector de su acción, para diseñar
e instrumentar políticas públicas que den lugar a un desarrollo
económico dinámico, incluyente y en armonía con la naturaleza.
Crear
las condiciones políticas, económicas y sociales que promuevan
los procesos de desarrollo nacional.
Establecer
una nueva cultura de gobierno basada en el humanismo, la equidad, el cambio,
el desarrollo incluyente, la sustentabilidad, la competitividad, el desarrollo
regional, el Estado de derecho, la gobernabilidad democrática, el
federalismo, la transparencia y la rendición de cuentas.
Consolidar la transición a una democracia plena.
Garantizar
la vigencia del Estado de derecho.
Insertar
a México en la competencia internacional, equilibrando los beneficios
y costos de la globalización.
Dar seguridad
personal al ciudadano y a su familia.
Eliminar
las restricciones legales y estructurales de la economía para desatar
un proceso creativo que impulse el desarrollo económico del país
en forma sostenida y sustentable.
Innovar
en todos los planos de la vida nacional: científico, jurídico,
económico, social, educativo, administrativo, etcétera.
Llevar
a cabo una revolución educativa que permita el desarrollo del país
y una alta calidad de vida para toda la población.
Sentar
las bases, irreversibles, de un nuevo modo de comportamiento y cultura política
basado en una ética pública.
El Plan Nacional de Desarrollo es, también, el marco en el que
se definirán los programas sectoriales, regionales, institucionales
y especiales. Tanto el Plan como los programas específicos permearán
en los programas operativos anuales, por lo que el esfuerzo de lograr la
visión del México al que aspiramos en el año 2025 será
apoyado por la administración pública federal de acuerdo con
el marco establecido en la misión.
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Los Principios
que Sustenta el Poder Ejecutivo Federal
El desarrollo
de las funciones de la presente administración, contenidas en este
Plan Nacional de Desarrollo, se apoya en tres postulados fundamentales:
Humanismo
Equidad
Cambio
En cuatro criterios centrales para el desarrollo de la nación:
Inclusión
Sustentabilidad
Competitividad
Desarrollo
regional
En cinco normas básicas de acción gubernamental:
Apego
a la legalidad
Gobernabilidad
democrática
Federalismo
Transparencia
Rendición
de cuentas
En conjunto, estos principios guiarán los proyectos, los programas
y las acciones de la administración pública federal.
Postulados
Humanismo
Cada persona es un ser único; por ello, debe ser apoyada para que
pueda lograr su más amplio desenvolvimiento material y espiritual.
Ése es precisamente el fin primordial de las acciones del Estado: lograr
el desarrollo integral del ser humano y de sus comunidades.
Los seres humanos se expresan plenamente cuando descubren y ejercitan sus
potencialidades tanto intelectuales como físicas. Es obligación
de las autoridades propiciarlas, respetando las distintas formas de ser de
las personas y de las familias integrantes de la comunidad y, de esta manera,
hacer posible el mejoramiento de la vida humana, afirmar su valor y darle
seguridad.
Este gobierno tiene como tarea primordial crear las condiciones económicas,
sociales y políticas para apoyar el desenvolvimiento armónico
de las facultades del ser humano, su inteligencia y su voluntad libre, tanto
en el ámbito individual como en el social, alentando una conciencia
cívica que permita tener mejores ciudadanos.
La dignidad de la persona exige que el Estado respete estrictamente los
derechos humanos, que las instituciones se orienten y fundamenten en principios
de solidaridad y de justicia, y que el principio de subsidiariedad enmarque
los espacios de acción del Estado.
Equidad
Los ciudadanos son iguales ante la ley y deben tener las mismas oportunidades
para desarrollarse, independientemente de sus diferencias económicas,
de opinión política, de género, religiosas, de pertenencia
étnica o preferencia sexual u otras. Esas diferencias no pueden, en
ningún caso, utilizarse o invocarse para evitar que a todas las personas
se les brinden las mismas oportunidades. La propia diversidad entre los individuos
hará que cada uno de ellos opte por aprovechar o no ciertas oportunidades;
lo que importa es que la sociedad las haya puesto a su disposición
y haya mejorado su capacidad para aprovecharlas sin exclusiones.
México se ha caracterizado, en sus casi dos siglos de existencia
como país independiente, por una notable desigualdad de oportunidades
entre sus distintos grupos sociales. Específicamente, en lo referente
a la cultura y su preservación, al acceso a la educación, a
los servicios públicos, al trabajo y a la participación en la
economía y, desde luego, al ejercicio de los derechos ciudadanos.
Las inequidades son causa de muchos dramas en la vida de los seres humanos
que no alcanzan a desarrollar su potencial como personas. Las oportunidades
son distintas en el ámbito rural y en el urbano, en las grandes y
en las pequeñas ciudades, en las zonas residenciales y en las zonas
marginadas, etc. También se advierten de manera muy notoria desigualdades
de oportunidad entre los géneros, pues los hombres tienen más
posibilidades de acceso a las distintas opciones de educación y trabajo
que las mujeres.
Debido a ello, se requiere de manera imperativa la transversalidad de las
acciones de gobierno, para que los resultados sean equitativos y aseguren
el impacto deseado en los grupos más desfavorecidos: indígenas,
mujeres, personas con discapacidad, etcétera.
La promoción de la equidad y la igualdad de oportunidades es otra
tarea primordial de este gobierno. Para llevarla a cabo se crearán
las instituciones y los mecanismos indispensables, así como programas
regionales y especiales para poner al alcance de todos los habitantes sin
distinción los bienes sociales y los satisfactores básicos:
habitación, vestido, sustento, transporte, educación, trabajo,
salud, seguridad social y diversión sana.
Cambio
Para que se establezcan las condiciones y oportunidades que requiere el
conjunto de la población en México es necesario el cambio; éste,
a su vez, exige el establecimiento de un sistema democrático y de
responsabilidad compartida entre las instituciones públicas y las
organizaciones de la sociedad.
Sin embargo, es fundamental entender cuáles son las exigencias para
vivir positivamente esta nueva dinámica de la sociedad en proceso
de cambio.
Es indispensable un mayor conocimiento de la historia de nuestro país,
para poder advertir claramente los aciertos y errores que hemos cometido
como comunidad nacional y como comunidades regionales.
Esta cambio incluye la realización de un esfuerzo solidario y permanente
para transformar las confrontaciones y conflictos en relaciones constructivas
encaminadas a la consolidación de un nuevo orden en el que se conduzcan
positivamente las relaciones sociales, económicas y culturales, sin
demérito de personas y comunidades.
Es indispensable la generación de confianza en un gobierno transparente
y honesto en todos los órdenes de la administración pública,
que mantenga informada a la sociedad sobre el ejercicio del poder y la operación
de las instituciones públicas, y dé a la sociedad la capacidad
suficiente para formular denuncias y exigir responsabilidades a los servidores
públicos.
La demanda de la ciudadanía de contar con un gobierno que produzca
resultados tangibles y valiosos, hace necesaria la implantación de
un proceso de cambio profundo que le permita responder al nuevo entorno y
crear las oportunidades de desarrollo para toda la población. Esto
exige un trabajo serio y entusiasta para dejar atrás prácticas
y supuestos obsoletos, y para emprender un proceso de cambio y transformación
con ideas innovadoras y creativas. Se requiere un cambio de paradigmas; un
cambio de cultura que permita la evolución hacia enfoques proactivos
y visionarios.
La innovación en el gobierno, que nos permita concebir nuevas formas
de hacer las cosas, así como mejorar lo que se ha estado haciendo
bien y que produce un valor agregado para la sociedad. Con ideas innovadoras
buscaremos remplazar los sistemas burocráticos por sistemas emprendedores,
así como crear organizaciones públicas y sistemas de atención
que estén mejorándose de manera permanente.
La consolidación de un gobierno que se dedique a administrar resultados,
en vez de normas y trámites. Un gobierno con sentido estratégico
en la conducción del desarrollo del país mediante procesos de
planeación que respondan a las expectativas de la sociedad, y que rinda
cuentas de sus resultados y de la conducta de sus servidores públicos.
La construcción de una economía sana que crezca de manera
estable y dinámica, y cuyos beneficios lleguen a toda la población.
El establecimiento de mecanismos preventivos del daño que pueden
causar las relaciones de producción inequitativas, la concentración
del ingreso, los privilegios y la corrupción que afectan severamente
a las instituciones y a las personas.
Sólo de esta manera podremos hablar de un verdadero cambio, que
parta de la sociedad y que defina con claridad el quehacer y el alcance
de las instituciones públicas, y no como en el pasado cuando el cambio
se imponía desde las cúpulas del poder.
El cambio que este gobierno llevará a cabo se basa en la edificación
de una nueva era de cooperación democrática, seguridad pública
y Estado de derecho; en el fortalecimiento de la economía garantizando
un crecimiento con calidad humana y en equilibrio con nuestro entorno. Un
cambio para construir una nación con altos índices de desarrollo
social y humano.
Criterios centrales para el desarrollo de la nación
Inclusión
Este Plan busca ofrecer oportunidades a toda la población para que,
mediante una mejor preparación, se facilite su crecimiento como personas
y adquieran la capacitación y el adiestramiento necesarios para aprovechar
las oportunidades del desarrollo. Para lograrlo se requiere una nueva relación
entre el gobierno y la sociedad que permita la creación de nuevas
formas de inclusión, así como la reconstitución del tejido
social.
Históricamente y a lo largo de casi doscientos años, México
se ha desenvuelto como país independiente, teniendo como antecedentes
las culturas originales de la región mesoamericana y los tres siglos
del periodo colonial. Su desarrollo ha alcanzado un nivel de integración
nacional y regional de cierta consistencia; sin embargo, faltan elementos
de cohesión que den estabilidad y posibilidades de desarrollo al conjunto
de la población.
Con la globalización de la economía, a principios de los
ochenta, se abrieron para México extraordinarias oportunidades para
exportar y producir en gran escala. Así, a mediados de la misma década,
el país inició su inserción en la economía internacional.
Este proceso ha propiciado que una parte de la economía mexicana se
transformara, que participara con éxito en el marco de competencia
internacional y se crearan nuevas fuentes de empleo y de riqueza. Sin embargo,
otra parte ha permanecido rezagada y ha encontrado grandes dificultades para
adecuarse a la cambiante realidad económica.
En la era de la globalización, las políticas puestas en práctica
en el país no han logrado estabilizar la economía ni propiciar
un desarrollo equilibrado entre regiones, sectores y grupos de la población.
El resultado ha sido un costo social muy elevado: las desigualdades sociales
y regionales se han incrementado; la pobreza y la marginalidad han crecido,
y el subempleo y el empleo informal constituyen la manera de participar en
la economía para millones y millones de mexicanos.
Esta situación de inequidad demanda hoy una política de desarrollo
incluyente y plural, que tome en cuenta las distintas ideas, etnias, necesidades
y circunstancias de los distintos grupos y regiones del país para incluirlos
en el proceso de desarrollo. Por ello, uno de los criterios centrales de
la política de desarrollo de este gobierno consiste no sólo
en llevar bienes que mitiguen la inequidad y la miseria, de lo que se trata
es de construir puentes para el desarrollo económico y social de los
grupos marginados, muchos de los cuales durante décadas han estado
excluidos, de manera muy especial los indígenas, buscando que transiten
de su condición de pobreza y exclusión, a una de progreso,
bienestar y mejores condiciones de vida.
El desarrollo humano debe ser incluyente para ofrecer a todos los mexicanos
las oportunidades que necesitan para su crecimiento como personas se requiere
una nueva relación entre el gobierno y la sociedad, se requiere una
política social de
inclusión.
Se necesita una considerable expansión de los mecanismos que permitan
ampliar las capacidades de todos los mexicanos, especialmente los más
desfavorecidos, al tiempo que se incrementan las oportunidades y se garantiza
que cada persona tenga acceso a ellas, lo que le permitirá ser sujeto
de su propio desarrollo, al poseer los medios para progresar por su propio
esfuerzo.
Así, las acciones para promover el desarrollo del país estarán
orientadas a lograr que los avances en los procesos de innovación y
las oportunidades de acceso al crédito, a la tecnología, al
conocimiento técnico y al dominio de las mejores prácticas estén
disponibles para más mexicanos. Debemos asegurar que todos estén
incluidos en el proceso de desarrollo creando nuevas formas de inclusión
y reconstituyendo el tejido social.
Sustentabilidad
La otra gran área excluida del proceso de formación de la
nación mexicana ha sido la protección de la naturaleza. Tierra,
aire, agua, ecosistemas naturales y sus componentes, flora y fauna, no han
sido valorados correctamente y, por mucho tiempo, se les ha depredado y contaminado
sin consideración.
La excepcional biodiversidad de la que nuestro país ha sido dotado
como patrimonio natural ha sufrido daños considerables y debe preservarse
para las generaciones futuras. Es un hecho que en los procesos de desarrollo
industrial, de urbanización y de dotación de servicios, los
recursos naturales no se han cuidado de manera responsable, al anteponer el
interés económico a la sustentabilidad del desarrollo.
Este proceso de devastación tiene que detenerse. El desarrollo debe
ser, de ahora en adelante, limpio, preservador del medio ambiente y reconstructor
de los sistemas ecológicos, hasta lograr la armonía de los
seres humanos consigo mismos y con la naturaleza. Así, el desarrollo
debe sustentarse en la vida porque de otra manera no sería sustentable
en función del país que queremos.
Debemos asumir con seriedad el compromiso de trabajar por una nueva sustentabilidad
que proteja el presente y garantice el futuro. El capital natural de nuestro
continente, de nuestro país, debe preservarse. Y éste es, precisamente,
el criterio que el gobierno promoverá para garantizar un sano desarrollo.
Competitividad
La nueva economía, las profundas transformaciones en el comercio
y los flujos financieros internacionales han traído cambios fundamentales
en la estructura de los mercados y en las formas de competencia que transforman
el entorno económico en el mundo y en México, lo cual impone
un gran reto que debemos enfrentar para lograr un desarrollo exitoso.
En un mundo globalizado, el país requiere un sector productivo más
competitivo y sólido para afrontar las exigencias que este entorno
presenta.
Por ello, sobre la base de la eficacia y la equidad de oportunidades, es
imperativo construir puentes que conduzcan a un futuro compartido: puentes
entre la vanguardia exitosa y la retaguardia olvidada; entre la tradición
y la modernidad; entre la vieja y la nueva economía; puentes para
que los excluidos del desarrollo se incorporen a un proceso al que tienen
derecho; puentes de alta velocidad para llegar más rápido; puentes
amplios donde puedan ser incluidos todos los que hasta hoy han sido marginados.
Este gobierno tendrá a la competitividad como uno de los criterios
básicos para el desarrollo. Con un espíritu de equidad, creará
las condiciones necesarias para que las empresas, grandes y pequeñas,
puedan desarrollarse y transformarse de acuerdo con el ritmo que marcan los
rápidos cambios, especialmente en la tecnología, en los nuevos
procesos productivos y en la revolución digital. Por ello, ampliará
las oportunidades, la capacitación, el acceso al crédito, para
que de esta manera los sectores, las regiones y los grupos que tradicionalmente
han estado excluidos de las oportunidades del desarrollo, sean competitivos
en este nuevo escenario económico.
Estamos conscientes de que el impulso a la competitividad no garantiza
que todos los grupos alcancen sus beneficios. Por ello, es necesario realizar
acciones para apoyarlos de manera especial, buscando mitigar los efectos
negativos que este fenómeno les pudiera acarrear, y ayudarlos para
que en el futuro puedan competir con éxito.
El gobierno adoptará también estrategias que mejoren la competitividad
y la eficacia de los servicios que ofrece, para así crear un clima
propicio para la competitividad del sector productivo: reglas claras, sencillas
y permanentes; rendición de cuentas; servicios de calidad; infraestructura
adecuada.
En este contexto de búsqueda de competitividad no hay desarrollo
posible si el modelo elegido no es capaz de reducir la brecha entre los que
tienen acceso a las nuevas tecnologías de información y de producción,
y los que se han ido quedando cada vez más lejos del acceso a estas
herramientas para el desarrollo. Los sistemas de información más
avanzados deben estar en el centro de la agenda nacional, y deberán
ser un factor para reducir la brecha entre las regiones, las empresas y las
familias, y contribuir al desarrollo de un México más competitivo
y a una sociedad más justa y humana.
Desarrollo regional
El país tiene una conformación topográfica muy diversa
que ha condicionado la estructura territorial de las ciudades y de la actividad
económica: el paso de la Sierra Madre Oriental, la Sierra Madre Occidental
y el cinturón desértico del Trópico de Cáncer
condicionan el clima, el agua, la fertilidad y los riesgos.
La labor del hombre sobre la geografía ha llevado a resultados no
menos dramáticos. En los últimos años ha crecido la brecha
entre ingresos y oportunidades de centros poblacionales prósperos y
centros rezagados. Esta brecha apenas se ha mitigado entre regiones.
El resultado es que vivimos en un México de fuertes contrastes.
Existen enormes diferencias en cuanto a condiciones geográficas y
una inmensa diversidad en sus recursos naturales. El desarrollo económico
y humano es desigual a lo largo y ancho del país, causando grandes
desequilibrios: algunas zonas son modernas e industrializadas, mientras otras
son pobres y poco desarrolladas. La falta de políticas claras de desarrollo
regional ha dado lugar a la coexistencia de varios Méxicos dentro
de un mismo territorio.
Los datos disponibles indican que el Distrito Federal registra en la actualidad
un índice de desarrollo humano similar al de naciones que ocupan las
posiciones 21 y 22 en la clasificación mundial, en tanto que Chiapas
y Oaxaca tienen un índice semejante al de los países que se
encuentran en los lugares 101 y 102.
La migración ha sido un mecanismo para transferir remesas de las
regiones más ricas a las más pobres y reducir presiones en estas
últimas. El costo de la migración lo absorben los propios migrantes,
sus familias y sus comunidades. Sin embargo, a pesar de su intensidad, no
se han reducido las diferencias entre regiones. El 18% de los mexicanos vive
en lugares distintos a su entidad de nacimiento, el doble del observado en
1970. Además, en los últimos 30 años se ha incrementado
más de 10 veces el número de mexicanos que vive en Estados Unidos.
Este gobierno fortalecerá el federalismo para responder a la demanda
social por una distribución más equitativa de oportunidades
entre regiones, mediante la distribución adecuada de atribuciones y
recursos entre los órdenes de gobierno para mejorar la competitividad
y cobertura de los servicios públicos.
Este gobierno también facilitará que cada región sea
el principal artífice de su propio destino, con el apoyo del resto
de la Federación. En este sentido, promoverá el desarrollo de
planes concretos para cada región que sean acordes con las necesidades
y vocaciones específicas y que sean congruentes con los procesos de
descentralización económica, política y social que vive
nuestro país.
Normas básicas de acción gubernamental
Apego a la legalidad
El principio que dispone que la autoridad gubernamental sólo puede
hacer aquello que le está expresamente permitido por las normas jurídicas
y que debe actuar respetando los límites, acotamientos y condiciones
que le impone el orden jurídico para el caso particular de que se trate,
será estrictamente respetado por el Ejecutivo y por todos sus colaboradores.
La observancia de la ley por parte de los servidores públicos de
la administración pública federal será un principio que
distinguirá la acción del Ejecutivo. En el marco jurídico
reconocerá un mandato supremo. De acuerdo con la jerarquía de
normas, la administración pública federal acatará las
disposiciones constitucionales, las disposiciones legales, los convenios,
las decisiones jurisdiccionales y las disposiciones administrativas que
regulan su actividad. El gobierno será particularmente respetuoso
de los derechos humanos.
La fuerza del Ejecutivo será la que deriva de la legitimidad que
otorga el derecho. La observancia de los principios del Estado de derecho
crea certidumbre, establece un valladar que protege los derechos fundamentales
de las personas, que permite remediar acciones contrarias a derecho que afectan
a la comunidad y que atentan contra el interés público o lesionan
los intereses legítimos de las personas.
El gobierno deberá facilitar el acceso expedito y práctico
de las personas a las vías administrativas y judiciales de que formalmente
disponen para cuestionar actos de las autoridades de las dependencias de la
administración pública federal. Cuando los asuntos lleguen al
conocimiento de los tribunales del Poder Judicial, éstos pondrán
especial cuidado en cumplir con su obligación de obedecer lo que manden
las resoluciones de ellos emanadas.
Es prioridad del Ejecutivo convertir a México en un país
de leyes, que dé certidumbre, seguridad y confianza a los ciudadanos.
Para lograrlo, es necesario, entre otras cuestiones, que los programas y acciones
encaminados a mejorar la seguridad pública, combatir la corrupción,
defender la soberanía, resguardar la seguridad nacional y mejorar el
sistema de impartición de justicia tengan como hilo conductor el respeto
a los derechos fundamentales consagrados en la Constitución, las leyes
y los tratados internacionales.
Pero el esfuerzo debe ir más allá. Se debe promover entre
la población la observancia de la ley. Una forma de lograrlo es mejorar
la calidad y el acceso a la procuración y administración de
justicia. Estas acciones deben ir acompañadas de la consolidación
de una cultura de la legalidad tanto en ciudadanos como en autoridades. El
reto es considerable si se toma en cuenta la desconfianza que impera en la
sociedad debido a prácticas de impunidad y de corrupción que
por décadas han estado presentes en la vida pública del país.
El gobierno está decidido a restituir la confianza y la seguridad
de las familias mexicanas por medio del ejemplo: honestidad, irrestricto apego
a la legalidad y fin a la impunidad. El objetivo es eliminar vicios e inercias
y hacer que tanto las autoridades como la población acaten lo dispuesto
en el orden jurídico.
La consolidación del Estado de derecho traerá beneficios
tangibles al Estado, a la sociedad y a los individuos que la componen. Entre
esos beneficios destacan el pleno goce de los derechos humanos, la certidumbre,
el fortalecimiento de las instituciones y el respeto y confianza de los
ciudadanos en las autoridades.
Gobernabilidad democrática
La administración pública federal ejercerá el poder
público en ella depositado con las formas propias de una democracia.
El ser humano es la razón de ser del Estado. La administración
pública federal tendrá presente al ciudadano como origen y destino
de sus acciones; éstas respetarán siempre los derechos humanos.
Las dependencias promoverán procesos de deliberación colectiva
relacionados con las políticas públicas. Respetarán y
promoverán el pluralismo. Dejarán atrás procesos clientelares.
Apegarán su conducta a derecho. De manera particular, recurrirán
al uso de la fuerza legítima del Estado únicamente en los términos
previstos por el orden jurídico.
En el esquema de competencias definido por la Constitución se contemplan
acciones que requieren una interacción Ejecutivo-Legislativo. La
administración pública federal trabajará junto con
el Congreso de la Unión, con sus cámaras y con sus comisiones
bajo un esquema de corresponsabilidad. Los servidores públicos del
Poder Ejecutivo Federal respetarán los espacios de competencia de
los poderes Legislativo y Judicial, así como los de las autoridades
federales y estatales.
El Ejecutivo contribuirá, en la esfera de sus atribuciones, al fortalecimiento
del sistema de partidos y de las instancias de representación de
la ciudadanía.
Las dependencias de la administración pública federal colaborarán
para que la ciudadanía esté mejor informada y desarrolle habilidades
y destrezas que le permitan promover sus intereses legítimos e incorporarse
a los procesos de definición, ejecución y evaluación
de las políticas públicas. Además, impulsarán
las actividades de desarrollo social desplegadas por organizaciones sociales.
Las dependencias estimularán el diálogo y la negociación,
sin violar jamás la ley. Promoverán la construcción de
convergencias políticas y sociales que hagan frente a los grandes desafíos
nacionales. Acercarán procesos de toma de decisiones a las bases sociales.
Asimismo, facilitarán el acceso a la información de fuentes
oficiales conforme al marco normativo respectivo.
Los cambios son particularmente poderosos cuando surgen de la propia sociedad
y es ella la que participa en su instrumentación y evaluación.
Por tal motivo, es necesario asegurar que la responsabilidad del desarrollo
nacional sea compartida por el gobierno y la población.
En el proceso de desarrollo integral de México es tan importante
la participación de los ciudadanos y la expresión de su voluntad
respecto de programas y metas de las instituciones públicas, como la
evaluación de los resultados que se obtengan.
La participación ciudadana se impulsará, desde los espacios
de atribución del Ejecutivo, en la administración pública
de los tres órdenes de gobierno, para tener lugar desde la planeación
del desarrollo hasta el seguimiento y control del mismo.
Este gobierno se compromete a fortalecer la participación ciudadana
en las acciones de gobierno, respetando los cauces institucionales creados
para ello.
Federalismo
En el mundo moderno y globalizado en el que vivimos, es cada vez más
evidente que la descentralización responsable y cuidadosa, basada
en criterios de eficacia, respeto a la autonomía y equidad, rinde mayores
frutos que la concentración de funciones, facultades y recursos, al
mismo tiempo que facilita el ahorro de recursos, la eficacia y el desarrollo
sustentable.
Para que un país tenga éxito en el nuevo esquema mundial,
es necesario contar con gobiernos ágiles, responsables, con capacidad
de respuesta y herramientas para enfrentar los retos que impone el desarrollo.
Las estrategias para resolver necesidades y crear condiciones de desarrollo
en cada localidad, deben quedar en manos de las entidades federativas y los
municipios para llegar a un nuevo pacto federal que habilite a cada orden
de gobierno para ejecutar acciones que respondan de manera inmediata y efectiva
a las necesidades de la población, y que se traduzcan en una mejora
en su calidad de vida.
Es necesario fortalecer el federalismo en México. Es la forma como
el desarrollo de las diferentes regiones que componen nuestro vasto territorio
puede lograr que las menos desarrolladas mejoren sus condiciones y que la
Federación se vea fortalecida mediante un sano desarrollo regional.
En la medida en que se fortalezcan los mecanismos para acercar las decisiones
de gobierno al ámbito en el que éstas son requeridas, en esa
medida será el grado de pertinencia que tengan para resolver los problemas
o aprovechar las oportunidades de las localidades en cuestión, elevando
de esta forma el impacto y la eficacia en el uso de los recursos y logrando
mejores resultados para la población que cada vez demanda más
y mejores satisfactores a sus necesidades.
El Ejecutivo federal está comprometido a acelerar el proceso de
federalismo, la justa redistribución del gasto, la capacidad para
generar mayores ingresos, así como el poder de decisión y de
ejecución de obras y prestación de servicios públicos,
hacia los gobiernos locales. Por ello, resulta indispensable fortalecer y
respetar las autonomías estatales y municipales, reconociendo la capacidad
de autodeterminación y ejecución de los órdenes de gobierno,
habilitándolos para que sean los principales artífices de
su desarrollo.
Este gobierno se compromete también a fortalecer la participación
ciudadana en las acciones de gobierno, respetando los cauces institucionales
creados para ello. Esto implica pasar de la amplia participación ciudadana
para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, a una amplia participación
en los procesos de evaluación de los resultados y de compromiso con
las acciones que la misma sociedad y los demás órdenes de gobierno
deben emprender para materializar el México que deseamos.
Transparencia
El Ejecutivo federal actuará con transparencia en el ejercicio de
sus facultades, por lo que los servidores públicos de la administración
pública federal estarán obligados a informar con amplitud y
puntualidad sobre los programas que tienen encomendados, en términos
de logros alcanzados y recursos utilizados.
Las decisiones gubernamentales tienen que ser transparentes, por lo que
deberán estar abiertas al escrutinio público, con excepciones
muy claramente definidas en relación con la seguridad de la nación.
Esto debe realizarse mediante normas perfectamente definidas y conocidas tanto
por los servidores públicos como por el conjunto de la ciudadanía,
buscando evitar tanto los errores por desconocimiento como las faltas ocasionadas
por la mala fe o la deficiente actitud de quienes prestan un servicio público
a la ciudadanía.
Las reglas de acceso a la información gubernamental tienen que ser
las mismas para todos los interesados en la actividad del gobierno. Informar
de manera transparente y oportuna debe ser una constante en todas las dependencias
de la administración pública federal.
Las decisiones discrecionales deben reducirse al mínimo y acotarse
y reglamentarse mediante normas claras de orden público, con lo cual
se evitarán las oportunidades de corrupción y se permitirá
a la ciudadanía valorar la honestidad y honradez de los servidores
públicos y, en su caso, detectar desviaciones y anomalías en
el ejercicio de la función pública.
El objetivo que se persigue es muy claro, se trata de lograr que el gobierno
y la sociedad colaboren para erradicar, de una vez por todas, el mal que tanto
daño ha hecho a nuestro país: la corrupción
Rendición de cuentas
El establecimiento de un sistema nítido de rendición de cuentas
públicas requiere la designación de responsables en las distintas
actividades y programas de la administración pública federal,
de tal manera que los culpables de ineficacia o corrupción puedan ser
inmediatamente detectados e identificados, para proceder en consecuencia.
Para eliminar la impunidad es necesario que cada funcionario público
conozca con claridad sus obligaciones y sus compromisos dentro de una nueva
cultura de rendición de cuentas. Además, es necesario que
estos servidores dispongan de los instrumentos y la capacitación adecuados
para realizar eficazmente su trabajo y que tanto el sistema de supervisión
como los mecanismos para su seguimiento y sanción sean claros y sencillos
en su aplicación.
La rendición de cuentas exige un sistema de planeación que,
basado en el Plan Nacional de Desarrollo, defina las prioridades, actividades
y metas de cada área de gobierno, así como un sistema de indicadores
que mida su cumplimiento y los evalúe en relación con los objetivos
del desarrollo nacional. Esto facilitará la adopción de las
acciones correctivas en los casos en los que sean necesarias y la adecuación
de procesos y proyectos, así como las acciones que permitan fortalecer
y consolidar los éxitos obtenidos con la acción del gobierno
y la participación de la sociedad.
Con el fin de hacer más congruente la acción del gobierno
con las necesidades de la sociedad, se necesita un sistema para captar las
opiniones de los ciudadanos sobre las obras y los servicios que requiere del
gobierno, así como de la calidad que demanda de los servicios públicos
que recibe.
Finalmente, debe establecerse un sistema de estímulos para los servidores
públicos sobresalientes, y promover las actividades destacadas de
las organizaciones sociales en su colaboración para el desarrollo de
su localidad, región o incluso del país. Los sistemas de premiación
y reconocimiento de los servidores eficaces y de los ciudadanos conscientes,
deben multiplicarse para estimular estas conductas.
A fin de cuentas, los resultados obtenidos por la administración
pública federal deben ser conocidos por la ciudadanía, tanto
los positivos como los negativos. De esta manera enfrentaremos con honestidad
a la opinión pública y promoveremos la participación
de la sociedad en una nueva cultura de responsabilidad compartida y de rendición
de cuentas, así como en la conducción del desarrollo nacional.
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