Características socioeconómicas
Los atributos demográficos están
estrechamente ligados a los socioeconómicos. Por ejemplo,
en los estratos más favorecidos de la población
la esperanza de vida es mayor y la fecundidad menor. Una manifestación
a gran escala de esto es la marcada transición demográfica
que experimentan los países desarrollados.
Una de las herramientas que se han introducido para caracterizar
una población en función de su prosperidad es
el Índice de Desarrollo Humano (IDH). El uso de este
indicador, impulsado fuertemente por Naciones Unidas, nos
permite efectuar comparaciones internacionales. El IDH surge
dentro del ámbito de la economía, cuando se
reconoce que, más allá del capital económico,
la verdadera riqueza de las naciones descansa en sus habitantes.
En este sentido, una nación será más
rica si sus habitantes son capaces de desarrollar todo su
potencial, experimentando vidas productivas y aportando su
creatividad (véase Desarrollo
humano: el capital de la libertad).
En 2000 México era el más avanzado de los países
con desarrollo humano medio. Dentro de la Organización
para la Cooperación y Desarrollo Económicos
(OCDE), que agrupa a las naciones con los más altos
índices socioeconómicos del mundo, nuestro país
es el penúltimo menos desarrollado. En América
Latina nos encontramos en una situación equiparable
a la de Cuba y Panamá, con Argentina, Chile y Uruguay
a la cabeza de la región. Y, a partir de las estimaciones
del IDH para todos los municipios de México, podemos
observar la gran desigualdad en que vivimos actualmente, con
algunos ciudadanos disfrutando un desarrollo humano semejante
al de Japón, mientras que otros experimentan una realidad
parecida a la de Etiopía (Conapo, 2001b).
En vez del concepto de desarrollo humano, históricamente
en México se ha utilizado el de marginación
para describir la situación en que se encuentra una
población. La marginación es la exclusión
de ciertos grupos sociales del proceso de desarrollo y sus
beneficios. Una localidad se considera marginada si no cuenta
con servicios de electricidad, agua o drenaje, educación,
vivienda adecuada o un ingreso suficiente. El índice
de marginación y el IDH reflejan la misma realidad.
Los sitios más marginados tienen un bajo desarrollo
humano. Ambos índices coinciden en que el Distrito
Federal y Nuevo León son las entidades que cuentan
con mejores condiciones en el país, mientras que Chiapas,
Oaxaca y Guerrero son las más rezagadas (Mapas
1.8 y 1.9, Cuadro
I.5.1 y I.5.2).
La marginación incide igualmente en varios factores
que definen el bienestar de la población (Cuadro
I.5.3).
La pobreza es otra expresión del mismo fenómeno.
Las comunidades marginadas son las más pobres. Estimaciones
recientes sobre la pobreza en México revelan que más
de la mitad de la población subsiste con recursos insuficientes
para satisfacer las necesidades elementales, como una nutrición
adecuada (véase ¿Cuántos
pobres hay en México?, Cuadro
I.5.4).
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El acceso limitado a la educación que experimentan
los habitantes de las zonas marginadas no sólo influye
en su desarrollo personal, sino también en el medio
ambiente. Un componente de los nuevos planes de estudio
es la educación ambiental (Recuadro
I.3.1), con el objetivo de sensibilizar a la población
sobre su papel en el medio ambiente, darle elementos que
le permitan analizar la situación del mismo e impulsarlo
a modificar las actitudes que han llevado a la crisis ecológica
actual. El Centro de Educación y Capacitación
para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu-Semarnat) ha emprendido
varias acciones dentro de este ámbito (Recuadro
I.3.2).
La marginación, la pobreza y el desarrollo humano
son condicionantes del comportamiento demográfico.
Mientras que en todos los municipios con un muy elevado
grado de marginación la mortalidad infantil es alta
o muy alta, ésta es baja o muy baja en todos los
municipios con muy baja marginación. La fecundidad
global es alta o muy alta en el 99% de los municipios con
mayor marginación y baja o muy baja en el 65% de
los menos marginados de México (Figura 1.5). Esto
significa que la marginación está correlacionada
con el rezago en la transición demográfica.
Con el fin de tener acceso a servicios básicos como
educación y salud, los habitantes de las áreas
marginadas se desplazan hacia zonas más desarrolladas
del país o del extranjero, aunque en esta última
modalidad no juegan un papel importante las localidades
de mayor marginación (Figura 1.5).
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Las elevadas tasas migratorias tienden a compensar las
altas tasas de fecundidad, manteniendo el tamaño
poblacional relativamente constante. En el Mapa
1.7 puede observarse que, a pesar de los elevados índices
de fecundidad (Mapa 1.3),
los estados más marginados no necesariamente tienen
las tasas de crecimiento poblacional más altas.
La marginación se concentra de manera importante
en los municipios con mayor población indígena.
De los municipios donde 40% o más de la población
habla lengua indígena, 95% muestra índices
de marginación altos o muy altos (Tabla
1.1).
Los estados menos desarrollados presentan las mayores concentraciones
de hablantes de lenguas indígenas (Mapas
1.8 y 1.10). La
situación resulta aún mas compleja si consideramos
que no todos los indígenas hablan alguna de las más
de 80 lenguas indígenas (México se cuenta
entre los países culturalmente más diversos
del mundo): entre el 11.5 y el 13.1% de la población
mexicana puede adscribirse a algún pueblo indio,
independientemente del criterio lingüístico.
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En el decenio de
1990 a 2000 cambió la estructura de la marginación
en el país. En algunos municipios hubo avances,
especialmente en los de muy alta marginación,
donde el 10% de las demarcaciones mejoraron hacia
la clase inmediata inferior. El saldo es poco alentador
en las demás categorías, donde el número
de municipios en los cuales la marginación
aumentó es mayor que aquellos donde ésta
se redujo. |
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El caso más
extremo es el de los sitios con marginación
intermedia en 1990, de los cuales la tercera parte
llegó al fin de milenio con un índice
alto y apenas el 3% de ellos logró avanzar
hacia un índice bajo. De continuar esta tendencia,
las desigualdades en el desarrollo del país
se acentuarían, con un crecimiento proporcional
en el número de los municipios con muy baja
o con muy alta marginación, a costa de aquellos
con media y baja marginación. En las zonas
indígenas las proyecciones indican que las
pocas localidades que hoy presentan marginación
media y baja se incorporarían al grupo mayoritario
que presenta índices altos (véase Tendencias
en la marginación). |
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En las entidades menos desarrolladas es donde se concentra
un porcentaje muy importante de la población ocupada
en el sector primario (Mapas
1.8 y 1.11), como
es el caso de la gran mayoría de los indígenas
(Figura 1.6). Por ello, una de las consecuencias de la relación
pobreza-migración es el cambio de la estructura de
la ocupación en el país.
Como resultado de la urbanización del país,
la población que en 1900 estaba ocupada principalmente
en el sector primario (62%) pasó a concentrarse en
el sector terciario (58%) hacia el fin de siglo, lo que
significó la caída de la población
ocupada en el primero de ellos a tan sólo el 16%
(Figura 1.7, Recuadro
I.3.1 y Recuadro
I.3.2). Sin duda, esto modifica las interacciones del
hombre con su medio ambiente (Recuadro
I.3.1).
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