7. APROVECHAMIENTO DE LA VIDA SILVESTRE
   


Manejo y conservación de la vida silvestre

Unidades de manejo para la conservación de la vida silvestre (Uma)

Con el propósito de contribuir a la conservación de la biodiversidad y hacerla compatible con las necesidades de producción y desarrollo socioeconómico de México, en 1997 la entonces Semarnap estableció el Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (Suma). Este sistema integró, bajo el concepto de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (Uma), los sitios que utilizaban especies de vida silvestre de alguna forma, como los criaderos (extensivos e intensivos), zoológicos, viveros y jardines botánicos, entre otros. Las Uma siguen operando hoy en día y buscan crear oportunidades para el aprovechamiento de la vida silvestre de forma legal y viable, a la vez que promueven esquemas alternativos de producción compatibles con el cuidado del ambiente, por medio del uso racional, ordenado y planificado de los recursos naturales renovables que contienen, frenando o revirtiendo los procesos de deterioro ambiental.

Las Uma pueden ser definidas como unidades de producción o exhibición en un área delimitada claramente bajo cualquier régimen de propiedad (privada, ejidal, comunal, federal, etc.), donde se permite el aprovechamiento de ejemplares, productos y subproductos mediante la utilización directa o indirecta de los recursos de la vida silvestre y que requieren un manejo para su operación.

Las Uma se clasifican en extensivas e intensivas. Las primeras, también llamadas de vida libre, son aquellas donde las especies sujetas a manejo se encuentran libres en el predio, además de que se alimentan y resguardan bajo las condiciones naturales y sólo ocasionalmente se les proporciona alimento o cobijo. En estos casos no se tiene una certeza completa del número de ejemplares contenidos sino sólo estimaciones obtenidas a partir de muestreos; un ejemplo típico de Uma extensivas son los ranchos cinegéticos. En el caso de las Uma intensivas, el manejo se efectúa bajo condiciones controladas y el mantenimiento de los ejemplares lo realizan técnicos en instalaciones regularmente cerradas con un control cercano de los ejemplares existentes. Ejemplos de Uma intensivas son los viveros, jardines botánicos y zoológicos.


En la actualidad los tipos de aprovechamiento extractivos más comunes que se realizan en las Uma son la cacería deportiva, la producción de mascotas y especies de ornato, así como la producción de pies de cría, alimentos e insumos para la industria. Algunos de los aprovechamientos no extractivos que se llevan a cabo en las Uma son el ecoturismo, la exhibición de ejemplares, la investigación y la educación ambiental.


La mayor parte de las unidades de manejo registradas corresponden a criaderos, viveros y jardines botánicos (Figura 7.21). Durante el periodo de 1999 a 2001, el número de nuevos registros de Uma intensivas se ha reducido: de 186 en 1999 a 112 en 2001, en contraste con las Uma extensivas que han mantenido su ritmo de crecimiento en alrededor de 500 registros por año (Figura 7.22). Los estados donde se ha reportado el mayor número de Uma en los últimos años son Coahuila, Nuevo León, Sonora, Tabasco y Tamaulipas (Cuadro III.4.5.1). Para 2002, a cinco años de la creación de este esquema, ya se tenían registradas cerca de 5 000 Uma en el país (Figura 7.23).

 

 

La mayoría de las Uma registradas durante el periodo 1999-2001 están ubicadas en propiedad privada (67.6%), sin embargo, las establecidas en terrenos ejidales –que no llegan al 20% del total– representan, en forma conjunta, la mayor extensión, con casi 3 millones de hectáreas totales (Cuadro_III.4.5.2, Figuras 7.24 y 7.25). La tendencia que se observa en estos tres años es una incorporación importante de Uma registradas en terrenos ejidales, lo que podría indicar que los propietarios están considerando el manejo sustentable de la vida silvestre como una opción real.

Las Uma se encuentran distribuidas en prácticamente todos los ecosistemas mexicanos, tanto acuáticos como terrestres: bosques de coníferas y encino, bosque mesófilo de montaña, bosque tropical caducifolio, bosque tropical subcaducifolio, bosque tropical perennifolio, bosque espinoso, matorral xerófilo y pastizal. La mayor cantidad de superficie bajo manejo en estas unidades se encuentra en los matorrales xerófilos, seguido de los bosques de coníferas y encinos (Cuadro III.4.5.3, Figura 7.26). Resalta el hecho de que para 2001 ya se tenía un poco más de 20 mil hectáreas de acahuales que estaban incorporadas a las Uma, señal que muestra el valor que pueden tener como una forma de obtener provecho de superficies perturbadas.

Para 2002 se tenían registradas 36 Uma dentro de Áreas Naturales Protegidas (ANP) que cubren, en conjunto, una superficie de un poco más de 1 100 000 hectáreas. En 1998 existían unidades de manejo en 11 ANP y para 2002 en 14 de ellas (Cuadro_III.4.5.6). En la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno es donde se concentra la mayor superficie de estas unidades de manejo con un poco más de medio millón de hectáreas. La instalación de Uma dentro de las ANP ha generado varios beneficios: disminución de la presión social en la zona, conservación del medio ambiente y un mayor conocimiento de sus especies, hábitat y ecosistemas.

En los últimos años, el número de Uma intensivas que se han registrado ha sido muy bajo. Por ejemplo, durante los años 2000 y 2001 se registraron sólo 2 jardines botánicos, 4 zoológicos, 21 circos y 46 viveros, muchos de estos últimos en el estado de Yucatán (Figura 7.27, Cuadros III.4.5.7 y III.4.5.9).

En algunas Uma ya se manejan especies clasificadas como prioritarias: berrendo, oso negro, borrego cimarrón, cocodrilos, lobo gris mexicano, tortugas marinas y varias especies de cactáceas y orquídeas, entre otras (Tabla 7.4), lo que permite vislumbrar la posibilidad de una efectiva conservación de estas especies.


Centros de Conservación e Investigación de la Vida Silvestre (CIVS)

En el marco del Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural 1997-2000 se incorporaron dentro del Suma los Centros Integrales para la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre (CICAVS), denominados hoy Centros de Conservación e Investigación de la Vida Silvestre (CIVS) (Recuadro_III.4.5.3).

El objetivo principal de los CIVS es la recepción, conservación, protección, recuperación, reintroducción y canalización de aquellos ejemplares de vida silvestre que son producto de rescate, entregas voluntarias o aseguramientos por parte de la Procuraduría General de la República (PGR) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Estos centros contribuyen a la conservación y desarrollo del conocimiento de la vida silvestre y su hábitat, ya que dentro de ellos se pueden llevar a cabo programas de recuperación de especies, monitoreo ambiental, investigación científica, educación y capacitación.

En la actualidad existen 11 CIVS (Mapa_III.4.5.1) ubicados en los estados de Jalisco, Tamaulipas, Yucatán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Estado de México y Campeche, estos dos últimos con dos centros cada uno. En los CIVS se manejan principalmente mamíferos, aves y reptiles (Cuadro_III.4.5.10). Los CIVS de Chacahua en Oaxaca y San Blas en Nayarit están enfocados en la protección y conservación del cocodrilo de río (Crocodylus acutus) manteniendo, en el caso del CIVS Chacahua, un ingreso de más de 100 individuos al año durante el periodo 1998-2001. Únicamente en el CIVS de Los Reyes-La Paz, Estado de México, se han tenido ingresos de arácnidos (Cuadro_III.4.5.10), los cuales fueron liberados o canalizados casi en su totalidad. Los centros de Los Reyes-La Paz, El Arca en Ciudad Victoria, Tamaulipas, y Guadalajara son los que en la actualidad manejan el mayor número de especímenes ingresados, liberados y canalizados.

Cabe señalar que la importancia de los CIVS no se debe tanto al volumen de individuos que se recuperan o salvan, ya que otros esquemas de conservación podrían manejar cantidades mayores, sino a la relevancia que tiene para la sociedad el que se muestre interés por proteger y salvar a la fauna y flora silvestres.

Permisos de caza deportiva, colecta y comercio

Debido a las reestructuraciones suscitadas a lo largo de los cambios de la administración pública y a las limitaciones en la infraestructura, la información relacionada con permisos de caza deportiva, colecta y comercio no está completamente sistematizada. Por lo tanto, resulta difícil hacer comparaciones de los diferentes años y buscar tendencias de los usos dados a la fauna silvestre por concepto de la caza.

Hasta la temporada de caza deportiva 1997-1998 se expidieron seis tipos de permisos, los cuales autorizaban la caza de especies particulares. En el caso de las aves se tenían los permisos tipo I (acuáticas: patos, cercetas y gansos), tipo II (exclusivamente palomas) y tipo III (otra clase de aves: chachalacas, codornices y zanates cola de bote, entre otras). Los permisos tipo IV y VI correspondían a mamíferos, el primero de ellos a mamíferos pequeños (como tlacuache, mapache, tejón, ardilla, conejo, liebre y coyote) y el segundo al venado bura de Sonora y el venado cola blanca texano. Los permisos de tipo V se referían a especies de aves y mamíferos, tales como perdiz o tinamú real, faisán de collar, guajolote silvestre, pavo ocelado, zorra gris, puma, gato montés, pecarí de labios blancos, venado temazate, venado bura, venado cola blanca, borrego aoudad o berberisco y jabalí europeo.

A partir de la temporada 1998-1999, la cacería deportiva se consideró un aprovechamiento extractivo sustentable, el cual sólo puede realizarse en predios registrados como Uma, con plan de manejo aprobado y autorización de aprovechamiento (donde se especifica la tasa de aprovechamiento autorizada), o bien en predios donde se desarrolle algún programa regional de conservación de hábitat operado a través de alguna organización no gubernamental, con el consentimiento expreso de los titulares de los predios y al amparo de un convenio firmado con la Semarnat.

En esta misma temporada se emitió un calendario de aprovechamiento cinegético y de aves canoras y de ornato que unificó el calendario de captura, transporte y aprovechamiento de las especies. En términos generales, el calendario establece las especies para cada entidad, la cantidad de ejemplares que serán autorizados (tasa de aprovechamiento), los medios permitidos para su captura, transporte y posesión, y las disposiciones específicas a fin de obtener los permisos necesarios para estas actividades. Además, se determinó una reducción en los tipos de permisos de caza deportiva para dejar únicamente tres. El tipo I para el aprovechamiento de cualquier especie dentro de las Uma extensivas y de acuerdo con lo establecido en el Plan de Manejo. Los tipos II y III se referían a los permisos de caza de aves y mamíferos respectivamente, ambos condicionados a las tasas de aprovechamiento cinegético establecidas por la Semarnat fuera de las Uma y con el consentimiento expreso de los propietarios o poseedor legítimo de los predios, donde se demuestre que dichas tasas son menores a las de la renovación natural de las poblaciones a aprovechar. En el caso de las aves canoras y de ornato, para mejorar el control sobre su aprovechamiento, se estableció el Registro de Aprovechador de Aves Canoras y de Ornato, mediante el uso de anillos metálicos numerados, proporcionados por la Semarnat a los titulares de los permisos, con el fin de identificar y garantizar la procedencia legal de los ejemplares.

En la temporada de aprovechamiento cinegético 1999-2000, nuevamente hubo cambios en los permisos de caza deportiva al reducirse a dos tipos: caza de aves y caza de mamíferos. Además se implementaron los cintillos de cobro para especies de caza mayor (los cuales serían los equivalentes a los permisos cinegéticos V y VI anteriores a 1998).

Durante la temporada cinegética 1998-1999 se emitió un total de 74 075 permisos de caza (Cuadro III.4.4.3, Cuadro_III.4.4.8), que representaron un ingreso superior a los 14.5 millones de pesos. Del total de permisos expedidos (Figura 7.28), 13 735 correspondieron a permisos para caza dentro de las Uma (tanto aves como mamíferos); 31 624 para la caza de aves y 28 716 para la de mamíferos. Los estados en los que se emitió el mayor número de permisos en esta temporada fueron Nuevo León (12 631), Tamaulipas (12 393), Sonora (5 263) y el Distrito Federal (4 780).

Durante la temporada cinegética 1999-2000 se expidieron 51 347 permisos para caza deportiva (Cuadro_III.4.4.4, Cuadro III.4.4.10) que generaron ingresos por más de 14.6 millones de pesos. Se emitió un total de 26 117 permisos para la caza de aves, 17 591 para la de mamíferos (Figura 7.29) y 7 639 cintillos de cobro (especies de caza mayor). Los estados que expidieron el mayor número de permisos de caza de aves fueron Jalisco, 4 236; Baja California, 3 985; Sonora, 3 736 y Nuevo León (757).

En la temporada 2000-2001 se observó un incremento considerable en el número de cintillos de cobro emitidos, que se elevó a 35 443, con un ingreso cercano a los 9 millones de pesos. El comportamiento general de los ingresos obtenidos por concepto de permisos de caza de 1994 a 2001 se muestra en la Figura 7.30.
Existe un tipo particular de permiso denominado Permiso Especial de Colecta Científica, que es concedido a científicos e investigadores, tanto nacionales como extranjeros, para la realización de colectas de especies de vida silvestre que se encuentran o no citadas en la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-ECOL 1994 y ahora 2001) o de especies distribuidas en Áreas Naturales Protegidas. Este permiso se otorga por familia o grupo taxonómico, como mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces e invertebrados. Su vigencia depende de la duración del proyecto de investigación para el cual fue solicitado y sólo es expedido un permiso por proyecto.

De 1996 a 2001 se expidieron 2 768 permisos especiales de colecta (Cuadro_III.4.4.12, Figura 7.31). A partir de 1999 se observó una tendencia a la disminución en la expedición de los permisos, lo cual puede estar reflejando la problemática que atraviesa la investigación en nuestro país. Durante 1999 se emitieron 577 permisos, en tanto que para 2001 solamente 367. Los estados en los que se ha expedido el mayor número de permisos son Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Guanajuato, Jalisco, Oaxaca, Sonora y Veracruz.

Por otra parte, las Licencias de Colector Científico son otorgadas a investigadores nacionales que realizan colectas de especies de vida silvestre que no se encuentran en la NOM-059-ECOL-2001 ni dentro de Áreas Naturales Protegidas. De 1997 a 2001 se otorgó un total de 139 licencias (Cuadro_III.4.4.11), de las cuales 93 fueron para colecta de fauna y 44 para flora; en 2001 únicamente se otorgaron 2 licencias para ejemplares de flora y fauna.

Debido a que el comercio de especies de fauna y flora silvestres representa una amenaza potencial a la biodiversidad y a que el tráfico de animales y plantas silvestres sobrepasa las fronteras entre países, se estableció un acuerdo internacional de cooperación para proteger ciertas especies de la explotación excesiva conocido como CITES (Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), al cual México se adhirió en 1991. Las especies amparadas por el CITES están incluidas en tres apéndices según el grado de protección que necesiten.

Bajo este esquema, sólo puede importarse, exportarse o reexportarse un espécimen de una especie incluida en los apéndices si se ha obtenido el permiso correspondiente. Durante el periodo 1996-2001 la expedición de certificados de reexportación se incrementó de manera notable al pasar de 390 a 1 558 (Figura 7.32 y Cuadro_III.4.4.15), mismo comportamiento que tuvieron los certificados de importación que aumentaron de 469 en 1996 a 889 en 2001. Los certificados de exportación se han mantenido relativamente constantes de 1996 a 2001 con valores inferiores a los 300 certificados por año.

 

 
 
   
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