Gestión
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___Conservación
y restauración de suelos |
___Residuos
sólidos municipales (RSM) |
___Residuos
peligrosos (RP) |
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Conservación y restauración de
suelos
La elaboración de inventarios de suelos
está contemplada en detalle por la Ley de Desarrollo
Forestal, que cuenta con un conjunto de normas para ello.
Los procedimientos para medir algunas propiedades del suelo
(fertilidad, salinidad) están bien establecidos (Cuadro_III.3.4.1).
Ello garantiza la compatibilidad entre inventarios, de modo
que es posible estimar tasas de cambio, efectividad de programas,
etc. El marco normativo también contempla algunas acciones
para la conservación y restauración de suelos
(Cuadro III.3.4.2).
El deterioro de los suelos en México afecta a numerosos
componentes del medio social y natural, por lo que su gestión
involucra varias instancias: Semarnat, Sagarpa, Sedesol, Comisión
Nacional del Agua (CNA), organizaciones internacionales (FAO,
PNUMA) e instituciones académicas y civiles, entre
las más destacadas.
Los enfoques sobre la conservación de los suelos han
cambiado notablemente en las últimas décadas.
Los esfuerzos solían concentrarse en las protecciones
mecánicas, tales como bordos y terrazas, en buena medida
para reducir la escorrentía. Esto ha sido reemplazado
por una aproximación nueva que centra su atención
en los métodos biológicos de conservación
y la integración de la conservación del agua
y la protección del suelo a través del manejo
de las relaciones suelo-planta-agua, así como la reducción
de la alteración del suelo a través de la labranza
(PNUMA-Earthscan, 2002).
México se ha ido incorporando a esta tendencia. Tomando
en cuenta que el uso del suelo y la cobertura vegetal están
vinculados estrechamente con el deterioro del suelo, varios
de los programas reseñados en el capítulo 2
tienen componentes ligados a la protección del terreno.
De la misma manera, los programas orientados más hacia
la degradación de los recursos edáficos contemplan
acciones relacionadas con el uso del suelo y su reconversión.
El programa que ha crecido más rápidamente en
los últimos años busca lograr la reorientación
de la producción hacia sistemas que preservan una cubierta
vegetal perenne.
La primera fase de muchos programas de protección del
suelo es la experimentación. Con este objetivo se han
establecido 21 centros piloto en varios ecosistemas para probar
distintas técnicas que, posteriormente, son aplicadas
a diferentes escalas, desde la parcela individual hasta la
microcuenca hidrológica. Los programas contemplan simultáneamente
instrumentos mecánicos, como las terrazas, bordos y
drenes y métodos biológicos, como el control
de la deforestación, la reforestación, la revegetación
o la reconversión productiva hacia sistemas acordes
con la vocación natural del terreno. Los objetivos
y herramientas de los seis programas principales1
se detallan en el recuadro Programas
de conservación del suelo. |
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El programa que más impacto ha tenido en términos
de la superficie incorporada es el Programa Integral de
Agricultura Sostenible y Reconversión Productiva
(Piasre), que desde su creación hasta 2001, reconvirtió
421 mil hectáreas a usos agroforestales. La superficie
incorporada por estos programas creció notablemente
en los últimos años hasta alcanzar un máximo
histórico en 2000 (218 781 hectáreas), después
de ese año los esfuerzos se han reducido (Figura
3.39, Cuadro III.3.4.1).
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Tomando en cuenta la magniud de la degradación del
suelo en México es evidente la importancia de mantener
y acrecentar los ritmos de aplicación de los programas.
Dentro de cada uno de los programas señalados se
contemplan también actividades de capacitación
que han mantenido una tendencia creciente en el tiempo (Figura
3.40). Entre 1997 y 2000 fueron capacitadas 7 878 personas
(Cuadro III.3.4.2).
Considerando que las tierras de temporal son las más
degradadas en el país, desde hace más de 20
años se desarrolla el programa de Distritos de Temporal
Tecnificado (DTT, también llamados Distritos de Drenaje).
Se trata de regiones con dicha forma de producción
agrícola localizadas en zonas de alta precipitación
o bien en las cuencas medias y altas, que aportan grandes
cantidades de sedimentos y que han sido objeto de obras
hidráulicas para frenar la acción erosiva
del agua.
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Tradicionalmente, los DTT han dependido de manera importante
de drenes, represas y bordos que encauzan la escorrentía;
en la actualidad se da peso a los métodos biológicos.
En el país existen 16 DTT establecidos por el poder
federal más dos estatales (en Chiapas), que suman
un total de 2.45 millones de hectáreas y benefician
a 83 723 productores (Cuadro_II.2.1.6).
Están concentrados a lo largo de la Sierra Madre
Oriental, la Sierra Madre de Chiapas y la península
de Yucatán (Mapa_3.5).
Desafortunadamente, porciones significativas de los DTT
se encuentran en condiciones críticas de operación,
no obstante que hoy en día se da mantenimiento a
la infraestructura, la cual se descentraliza conforme se
repara, para otorgarla a los usuarios, quienes reciben capacitación
y recursos a fin de mantener el sistema en funcionamiento.
El programa de los DTT está orientado en gran medida
a zonas de montaña, pero no se restringe a ellas.
En atención a este ecosistema se han establecido
algunos apoyos con la FAO para la identificación
y delimitación de estas frágiles regiones.
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Las zonas secas –otro ecosistema vulnerable– también
han sido objeto de atención por diferentes instancias
y programas. México fue el primer país en ratificar
la Convención de Naciones Unidas para la Lucha Contra
la Desertificación (CCD) en 1995, año en el
cual ya se contaba con un Plan Nacional de Acción contra
la Desertificación (PACD). Alrededor de esta bandera
se congregaron diferentes instancias de gobierno, la comunidad
internacional y la sociedad civil. A pesar de ello, diversas
limitantes presupuestales han impedido implementar plenamente
los objetivos del PACD, por lo que se ha decidido trabajar
a través de otras iniciativas para ver cumplidas sus
metas: el Piasre, por ejemplo, tiene programas especiales
para la reconversión productiva en zonas áridas.
Otras instancias han dado lugar a la lucha contra la desertificación
a través de diferentes acciones ( Tabla
3.2). |
Residuos sólidos municipales
(RSM)
El manejo de los RSM comprende las diferentes fases
del ciclo: generación, almacenamiento, transporte,
tratamiento y disposición en algún sitio.
Uno de los objetivos principales del manejo es la protección
y el mejoramiento de la salud, a partir de reducir los riesgos
de los seres humanos a lesiones, accidentes, molestias y
enfermedades (véase_La
basura_y_la_salud) originados por la exposición
y el contacto con estos desperdicios. El manejo inadecuado
de la basura no sólo causa la contaminación
del suelo, también puede afectar a la atmósfera,
las aguas superficiales y subterráneas, y el paisaje
urbano y natural. La situación puede ser más
grave cuando se constata que en algunas localidades la disposición
final de residuos sólidos municipales y peligrosos
se realiza de manera conjunta e indiscriminada.
Los riesgos al ambiente están relacionados de manera
más importante con los tiraderos clandestinos dentro
de las zonas urbanas o en los sitios de disposición
final que no cuentan con los controles necesarios para manejar
adecuadamente los RSM. De tal manera se favorecen el desarrollo
y crecimiento de la fauna nociva y el escape de agentes
contaminantes al ambiente. Cuando se presentan los casos
anteriores, se produce contaminación del agua, suelo
y aire, debido principalmente a la fuga de biogás
y lixiviados (véase_Definiciones).
El manejo de los RSM en México fue inadecuado por
mucho tiempo, y todavía no se alcanza la incorporación
de técnicas modernas para la solución de este
problema a nivel nacional. Aún es frecuente que los
residuos se viertan sobre depresiones naturales del terreno,
muchas de ellas derivadas de la erosión. Debido al
crecimiento de la población y al incremento en la
generación de basura por habitante, el problema se
complica conforme más tiempo pasa sin encontrar soluciones.
La mejor solución para la disposición
final de los RSM es el diseño y la construcción
de rellenos sanitarios (véase_¿Cómo_se_dispone_la_basura?).
México ha logrado un enorme avance en el establecimiento
de estas instalaciones. En seis años su número
se duplicó al pasar de 30 a 64, mientras que los
sitios controlados pasaron de 61 a 13 (Cuadro
III.6.1.6).
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En cuanto a la capacidad
registrada, ésta se triplico en los rellenos sanitarios,
en tanto que la basura que se vierte en los tiraderos a cielo
abierto pasó de 21.3 a 12.1 millones de toneladas (Figura
3.41).
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También se registran avances importantes en el sistema
de recolección. En el ámbito nacional, los
servicios de recolección que recibían el 70%
del volumen total generado en 1997, lograron captar el 77%
en 1998 y 84.63% en 2001 (Figura 3.42, Cuadro
III.6.1.8).
Así como existen diferencias en la generación
de residuos entre las ciudades y el campo, la disposición
final de éstos también es característica
del grado de urbanización: mientras que en las zonas
rurales el acceso a los rellenos sanitarios es muy reducido,
en las ciudades es la norma (Cuadro
III.6.1.9).
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Sin embargo, a pesar del avance en la construcción
de infraestructura para la disposición de residuos,
el país aún no posee la capacidad para disponer
en forma adecuada de la totalidad de los residuos sólidos
municipales que se generan. En 2001, la capacidad instalada
de los rellenos sanitarios y de los sitios controlados en
el país fue de tan sólo el 60% de la producción
estimada de residuos sólidos municipales. En ese mismo
año, cerca 12 142 000 de toneladas de residuos sólidos
se depositaron en sitios no controlados.
Una de las opciones más atractivas en el manejo de
residuos es el reciclaje, proceso mediante el cual los residuos
son reincorporados como materia prima al ciclo productivo.
Los beneficios ambientales de este proceso son la reducción
del volumen de los desechos, la disminución de riesgos
de contaminación y la liberación de la presión
por la demanda de recursos naturales, tales como la madera
que se emplea para fabricar papel. El reciclaje es más
redituable cuando los desperdicios se componen de materiales
cotizables, limpios y disponibles en grandes cantidades. Por
ahora sólo las fuentes comerciales e industriales producen
basura con dichas características. La separación
obligatoria de materiales reciclables a escala domiciliaria
e institucional incrementaría sustancialmente la base
de residuos susceptibles de ser reciclados. Proyectos de esta
naturaleza se han implementado de forma exitosa en numerosos
países.
No todos los residuos sólidos pueden ser reciclados.
Del total generado en México, el 71.3% no puede reincorporarse
a la cadena productiva, sólo un 2.4% se recupera en
los sitios de disposición final y el 26.3% restante
es potencialmente reciclable (aunque no se le da uso o bien
es recuperado antes de llegar a los vertederos). Debido a
que no se tiene ningún informe sobre lo que se separa
en diversas fuentes de generación ni de lo recuperado
en contenedores y vehículos de recolección,
la cifra del reciclaje sólo puede ser estimada en alrededor
de 8 a 12%. Los materiales considerados como reciclables son:
productos de papel, textiles, plásticos, vidrios y
metales (aluminio, ferrosos y otros no ferrosos).
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De cada uno de estos productos la proporción que
se recupera en los sitios de disposición final es
muy baja. Mientras que en el caso de los textiles la proporción
recuperada es de 0.01%, en el del papel, cartón y
otros productos afines es de 3.23%. Estos últimos
son los materiales que se reciclan en mayor porcentaje (Figura
3.43, Cuadro III.6.1.11).
Cabe mencionar que dichas proporciones de reciclaje son
estimaciones realizadas hace más de diez años.
La situación de los RSM puede haberse modificado
sustancialmente desde entonces, a juzgar por los cambios
que han sufrido los volúmenes de basura.
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Residuos peligrosos (RP)
En razón de los graves efectos que estos residuos
tienen en el medio ambiente y la salud, la gestión
en torno a los RP cuenta con numerosos instrumentos. Desde
el punto de vista legal, la multitud de ámbitos en
los cuales se encuentran involucrados este tipo de desechos
se refleja en la convergencia de al menos nueve leyes y
reglamentos (véase_Residuos_peligrosos:_marco_legal).
En nuestro país, la regulación y el control
tanto del manejo de los materiales y residuos peligrosos
como de las actividades altamente riesgosas está
a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarnat), a través de dos órganos
desconcentrados: el Instituto Nacional de Ecología
(INE) y la Procuraduría Federal de Protección
al Ambiente (Profepa), así como de otras secretarías
con competencia en la materia, entre las que destacan: la
Secretaría de Salud (SS), de Trabajo y Previsión
Social (STPS), de Comunicaciones y Transportes (SCT) y de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Pesca
(Sagarpa), en lo que concierne a los plaguicidas.
La Semarnat promueve programas tendientes a prevenir y reducir
la generación de residuos peligrosos, así
como a estimular su manejo adecuado que puede constar de
alguno de los cinco procesos: reuso, reciclaje, tratamiento,
incineración y confinamiento (véase_Cinco_formas_de
manejo), a los que hay que sumar el almacenamiento temporal
y el transporte. Los dos primeros procesos siempre son preferibles
sobre los otros, pues siguen la lógica de emitir
la menor cantidad de contaminantes al ambiente
La Semarnat cuenta con el Centro Nacional de Investigación
y Capacitación Ambiental (Cenica) para diseñar
políticas en materia de gestión de los RP.
Este centro genera información técnica y científica
fundamental en la toma de decisiones de las autoridades
ambientales para fortalecer la capacidad de respuesta de
funcionarios y técnicos mexicanos en las áreas
de calidad y contaminación atmosféricas y
manejo y tratamiento de residuos peligrosos. Uno de los
resultados del Cenica es el Programa de Gestión Ambiental
de Sustancias Tóxicas Prioritarias, en el que se
resumen las competencias y legislaciones nacionales al respecto,
así como las actividades que se realizan en la materia
para cumplir con los compromisos internacionales adquiridos
por México en distintos foros. Otro resultado es
el Programa para la Minimización y Manejo Integral
de Residuos Industriales Peligrosos en México 1996-2002,
en el que se describen las grandes líneas estratégicas,
proyectos y acciones a desarrollar en este campo.
En el marco legal, la base fundamental es el Reglamento
de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección
al Ambiente en Materia de Residuos Peligrosos (publicado
en el Diario Oficial de la Federación, el 25 de noviembre
de 1988). El reglamento establece que quienes generen o
manejen residuos peligrosos deberán contar con autorización
de la Secretaría y con una manifestación de
impacto ambiental, inscribirse y rendir informes al registro
correspondiente y seguir una serie de lineamientos detallados
para evitar que el mal manejo genere problemas de contaminación.
Estos últimos están detallados en un conjunto
de Normas Oficiales Mexicanas que se desprenden de la misma
ley (Recuadro IV.2.4).
Cuando la generación, manejo o disposición
final de materiales o residuos peligrosos produzca contaminación
del suelo, los responsables de dichas operaciones deberán
llevar a cabo las acciones necesarias para recuperar y restablecer
las condiciones del mismo, con el propósito de que
éste pueda ser destinado a alguna de las actividades
previstas en el programa de desarrollo urbano o de ordenamiento
ecológico que resulte aplicable.
A través de la Subprocuraduría de Verificación
Industrial, la LGEEPA tiene como atribuciones vigilar el
cumplimiento de las disposiciones legales relacionadas con
la prevención y el control de la contaminación
ambiental generada por RP, así como de las medidas
de prevención, control, mitigación, restauración
o compensación señaladas en las resoluciones,
autorizaciones, permisos y licencias derivadas de la legislación
en materia de prevención y control de la contaminación,
impacto ambiental y actividades altamente riesgosas.
Al iniciar actividades en 1992, la Procuraduría
realizaba en promedio más de 12 000 visitas de inspección
y verificación por año en todo el país.
El número de visitas de inspección se ha venido
reduciendo a partir de 1998 debido a la implementación
del Sistema de Índices de Cumplimiento de la Normatividad
Ambiental.
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La calidad y complejidad de la información recabada
a través de este instrumento permiten incrementar
la eficiencia de la Procuraduría. La meta actual
es de 7 600 visitas de inspección o verificación
por año (Recuadro
IV.3.2.2). En dichas inspecciones se puede notar que
la proporción de irregularidades leves es mucho mayor
a la de clausuras, tanto en empresas particulares como paraestatales
(Figura 3.44, Cuadro_IV.3.2.3
y IV.3.2.6).
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Además del programa de inspección y verificación,
la Profepa contempla en su artículo 38 la autorregulación
y las auditorías ambientales como instrumentos de
la política ambiental. Se trata de mecanismos legalmente
aprobados para apoyar y reconocer los esfuerzos voluntarios
que las personas físicas o morales llevan a cabo
a fin de lograr el cumplimiento de la legislación
ambiental e inclusive ir más allá de lo establecido
en ella. Las industrias cuyas actividades en defensa del
ambiente sean excelentes son certificadas; esto podría
convertirse en la base para el establecimiento de una política
de apoyo a las industrias "verdes" por parte del
público consumidor (Recuadro
IV.3.2.3).
Como resultado de las actividades orientadas a lograr el
cumplimiento de la legislación aplicable, se creó
una demanda de servicios de manejo de residuos peligrosos
y el número de prestadores se ha venido incrementando
en los últimos años. En 2000 y 2001 se registraron
161 nuevas empresas, que para 2001 sumaban ya alrededor
de 700. La mayoría de éstas se localizan en
Nuevo León, el Estado de México y el Distrito
Federal. El único estado que carecía de infraestructura
registrada fue Zacatecas. El reciclaje y el tratamiento
constituyen las dos formas de manejo de los RP que son atendidas
por un mayor número de empresas. En términos
de la capacidad instalada se observa el mismo patrón.
En 2001 la capacidad reportada para el tratamiento de RP
registró un incremento notable (Figura 3.45, Cuadros
III.6.2.5, III.6.2.6,
III.6.2.7 y
III.6.2.8).
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La principal fuente para el reciclaje la constituyen los lubricantes,
que pueden ser vueltos a usar o bien emplearse como combustibles.
A esto se le conoce como reciclaje energético (Figura
3.46).
En la actualidad se estima que la capacidad instalada total
para el tratamiento de RP sobrepasa las 5.2 millones de toneladas
(Semarnat, 2002). El total por rubro sólo se puede
calcular en forma aproximada a partir de la capacidad reportada
en 1999 y de las empresas que han solicitado su registro desde
entonces, pero la suma no debe considerarse como una estimación
exacta, ya que algunas empresas pudieron haberse dado de baja
u operar sin notificación.
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La Figura 3.47 (Cuadros_III.6.2.1,
III.6.2.2, III.6.2.3,
III.6.2.4, III.6.2.6,
III.6.2.7 y III.6.2.8)
muestra la relación entre los diferentes componentes
del ciclo de los RP y las incógnitas en torno a ellos
en 2000.
Gracias a la capacidad creciente que hay en el país
para el tratamiento, la diferencia entre la generación
y el manejo de los RP se va acortando. Sin embargo, se estima
que sólo un 10% de los desechos recibe un tratamiento
adecuado. El resto puede ser simplemente descartado sin
control alguno o bien cruzar las fronteras internacionales
para su administración.
El Sistema de Rastreo de Residuos Peligrosos (Sirrep) tiene
como objetivo generar información que coadyuve en
el control y rastreo de los movimientos transfronterizos
de residuos peligrosos, así como en la identificación
del manejo adecuado de dichos residuos y el cumplimiento
de la ley por parte de las empresas involucradas. Hoy en
día se utiliza el Sirrep en combinación con
el programa Haztraks de los Estados Unidos. En la actualidad
los movimientos internacionales de RP constituyen sólo
una pequeña fracción del total (Figura 3.47).
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En cuanto al tema de residuos biológico-infecciosos,
la mayoría de los hospitales no cuenta con infraestructura
para tratar los que generan. Sólo en el Distrito
Federal, Puebla y Sonora se da este caso. Por ello, la mayor
parte de los sanatorios deben contratar el servicio externo
(Cuadro_III.6.2.9).
Por lo general a estos residuos se les aplica un tratamiento
térmico, ya sea incineración o esterilización
o bien se almacenan (Cuadro_III.6.2.9).
Se estima que la capacidad instalada actualmente es suficiente
para tratar todos los residuos biológico-infecciosos
generados en México, contando con un excedente del
9% (Semarnat, 2002).
En torno a las sustancias tóxicas destaca la instrumentación
de la Comisión Intersecretarial para el Control del
Proceso y Uso de Plaguicidas, Fertilizantes y Sustancias
Tóxicas (Cicoplafest), que permite la coordinación
interinstitucional para atender las múltiples dimensiones
del problema que representan los materiales peligrosos;
cabe señalar que, en sus estrategias, incluye la
participación de la iniciativa privada. Las acciones
de la Cicoplafest están enfocadas ante todo a la
atención del problema de salud relacionado con el
uso de dichas sustancias y se apoyan en la Ley General de
Salud, como un instrumento básico en la materia,
y en la Ley Federal de Sanidad Vegetal para el Manejo Adecuado
de Plaguicidas y Fertilizantes en la Agricultura y Medidas
Fitosanitarias. Asimismo, la comisión incorpora criterios
contenidos en la Ley General del Equilibrio Ecológico
y Protección al Ambiente. La principal actividad
actual de la Cicoplafest es la atención al usuario
en lo relativo a la emisión de registros y autorizaciones
de importación de plaguicidas, fertilizantes y sustancias
tóxicas.
1 El Programa de Seguimiento
y Control de Utilización de Terrenos Forestales se
discute en detalle en Cambios de uso del suelo autorizados
en el capitulo 2.
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