Calidad del agua
La calidad del agua no es un criterio completamente
objetivo, pero está socialmente definido y depende
del uso que se le piense dar al líquido (WRI, 2000),
por lo que cada uso requiere un determinado estándar
de calidad. Por esta razón, para evaluar la calidad
del agua se debe ubicar en el contexto del uso probable que
tendrá.
Las estimaciones cuantitativas de la disponibilidad del agua
no reflejan por completo el problema de las necesidades de
este recurso, ya que la calidad del agua en la mayor parte
del mundo está lejos de ser la adecuada. De acuerdo
con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una
quinta parte de la población mundial no tiene acceso
a agua libre de contaminantes (FNUAP, 2001), situación
que se acentúa en áreas rurales donde no existe
la posibilidad de que el agua tenga un tratamiento previo
que mejore su calidad y posibilite su uso general.
La calidad del agua está afectada por diversos factores
como los usos del suelo, la producción industrial y
agrícola, el tratamiento que se le da antes de ser
vertida nuevamente a los cuerpos de agua, y la cantidad misma
de agua de los ríos y lagos, ya que de ésta
depende su capacidad de purificación.
A nivel mundial en los países en desarrollo se da tratamiento
a menos del 10% del agua, situación no muy diferente
a la de México, donde los porcentajes están
cerca del 20%, ya sea agua utilizada en servicios urbanos
o industriales (véase "Servicios y cobertura").
Esto significa que la inmensa mayoría del líquido
se vierte a ríos, lagos o mares sin ningún tratamiento
previo, ocasionando la contaminación de éstos
y, en consecuencia, la reducción de agua disponible.
Con el fin de evaluar la calidad o grado de contaminación
del agua se han desarrollado diversos índices de calidad
tanto generales como de uso específico. En México
se emplea el llamado Índice de Calidad del Agua (ICA),
que agrupa de manera ponderada algunos parámetros del
deterioro de la calidad del líquido (León, 1991).
El índice toma valores en una escala de 0 a 100%, donde
mientras mayor sea el valor mejor es la calidad. El ICA se
calcula a partir de una ponderación de 18 parámetros
físicoquímicos, entre los que se encuentran
la demanda bioquímica de oxígeno (DBO), oxígeno
disuelto, coliformes, fosfatos, pH, sólidos suspendidos,
etc. (Recuadro III.2.2.2).
En el año 2000, la Red Nacional de Monitoreo de la
Calidad del Agua (RNMCA) contaba en su red primaria con 403
estaciones permanentes, de las cuales 215 se ubicaban en cuerpos
de agua superficiales, 45 en zonas costeras y 143 en acuíferos.
En la red secundaria se tenían 244 estaciones semifijas
o móviles, de las cuales 227 estaban localizadas en
aguas superficiales y 17 en zonas costeras. |
La mayoría de los cuerpos de agua superficiales del
país reciben descargas de aguas residuales sin tratamiento,
lo que ocasiona distintos niveles de contaminación
en prácticamente todos estos cuerpos. Desde 1974
comenzó a operar un monitoreo de la calidad del agua
de los cuerpos más importantes y en los que se habían
detectado problemas de contaminación.
En los lagos monitoreados el hecho más notable es
la disminución de la concentración de bacterias
coliformes, que refleja un esfuerzo exitoso en el control
de las descargas municipales a estos cuerpos de agua (Figura
4.10), destacando la reducción tan clara en el lago
de Chapala. En el lago de Almoloya, si bien disminuyó
la concentración de coliformes, aún se encuentra
por encima del valor considerado como aceptable para uso
agrícola o para fuente de abastecimiento de agua
potable (ver Recuadro III.2.2.1).
En el caso de los demás contaminantes no se observa
un patrón definido que indique el éxito en
su control. La mayoría muestra oscilaciones alrededor
de los valores que se registraron a principios de los años
90. Incluso en algunos cuerpos de agua se detectan ligeras
tendencias a la alza, por ejemplo, en la demanda bioquímica
de oxígeno (DBO) en prácticamente todos los
lagos. Aunque no existe un criterio definido para evaluar
la calidad de este contaminante (Recuadro_III.2.2.1),
se considera que el agua no contaminada debe tener una DBO
menor a 2 mg/L y ésta no debe ser mayor a 5 mg/L,
cuando el agua se destina al consumo humano. Si utilizamos
este parámetro, los lagos de Catemaco y Pátzcuaro
todavía están por arriba de esos valores.
Los valores altos de DBO y su constancia en el tiempo indican
una falta de control de desechos municipales e industriales
(esto último se infiere por el cociente DBO/DQO mayor
a tres, lo cual es señal de contaminación
industrial), así como una deficiencia en el tratamiento
del agua antes de ser vertida. La concentración de
oxígeno disuelto muestra fuertes variaciones pero,
en general, se ha mantenido en valores aceptables excepto
para el caso del lago de Almoloya. En sólidos disueltos,
los lagos de El Rodeo y Catemaco muestran disminuciones,
mientras que Chairel, Chapala y Pátzcuaro presentan
tendencia a aumentar (Figura 4.10, Cuadros_III.2.2.1,
III.2.2.2, III.2.2.3,
III.2.2.4, III.2.2.5
y III.2.2.6).
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A diferencia de los lagos, en los ríos monitoreados
no se observa ninguna tendencia clara en ninguno de los
contaminantes que muestre una mejor condición de
esos cuerpos de agua de 1990 a la fecha. Resaltan algunos
casos como el de los ríos Tula, Balsas y Papaloapan
que siguen con valores muy altos de coliformes; la DBO ha
sufrido una reducción marcada en los ríos
Tula y Balsas y un incremento en el Lerma y el Colorado.
Los niveles de oxígeno disuelto son aceptables excepto
en el Lerma. El río San Juan tiene problemas serios
con sólidos disueltos (Figura 4.11, Cuadros_III.2.2.7,
III.2.2.8, III.2.2.9,
III.2.2.10, III.2.2.11,
III.2.2.12, III.2.2.13,
III.2.2.14 y III.2.2.15).
A nivel nacional, las cuencas más contaminadas son
las del Lerma, Alto Balsas, Blanco y la de San Juan en Nuevo
León; las menos contaminadas, las de los ríos
Grijalva y Usumacinta.
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La información del Índice de Calidad del Agua
de 2001, estimada a partir de los datos de la Red Nacional
de Monitoreo, muestra que sólo el 6% de los cuerpos
de agua monitoreados están en la categoría
de excelente (valores de ICA mayores a 85) y el 20% tiene
valores de entre 70 y 84, lo cual se considera aceptable.
La mayor proporción (51%) se encuentra en el intervalo
de 50 a 69, que corresponde –según el uso al
que se destine– a: 1) requiere de tratamiento mayor
para usarse como abastecimiento público; 2) es aceptable,
mas no recomendable para uso recreacional; 3) puede afectar
especies sensibles de vida acuática; 4) no requiere
tratamiento para su uso agrícola o industrial y 5)
no tiene problemas para su uso con fines de navegación
(Recuadro_III.2.2.3).
El 16% de los cuerpos de agua están en la categoría
de contaminados dentro del intervalo de 30 a 49, valores
con los que el líquido sólo podría
tener uso industrial o agrícola con tratamiento;
su empleo para otros fines sería dudoso.
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Por último, el 6% de los cuerpos de agua monitoreados
se encuentran altamente contaminados (ICA menor a 30), que
los vuelve prácticamente inaceptables para cualquier
uso (Figura 4.12). En cuanto a las regiones hidrológicas
administrativas, la que tiene mayores problemas de contaminación
es el Valle de México, con un 70% de sus cuerpos
de agua monitoreados altamente contaminados. Después
figura la Península de Baja California, con un 27%.
La región del Noroeste es la que presenta el agua
de mejor calidad con el 88% de sus cuerpos de agua en la
categoría de aceptable. Las demás regiones
están en la categoría de poco contaminadas,
concentrando la mayor parte de sus cuerpos de agua en la
categoría de poco contaminados (Cuadro
III.2.2.19).
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Al comparar los valores
de ICA del año 2001 con los obtenidos en 1998 se observa
que las regiones del Noroeste y Balsas mejoraron sensiblemente
su calidad del agua, en contraste con las regiones del Río
Bravo, Cuencas Centrales, Pacífico Sur, Golfo Centro,
Frontera Sur y Valle de México, que mostraron un mayor
deterioro en la calidad de sus aguas.
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