Además de la alta diversidad de
ecosistemas terrestres, México posee una gran variedad
de ecosistemas acuáticos marinos, dulceacuícolas
y costeros. En el país existen más de 70 cuencas
fluviales; los ríos que drenan hacia el Pacífico
son generalmente pequeños, de flujo rápido y
con pendientes pronunciadas, mientras que los que desembocan
en el Golfo de México y el Caribe son, en general,
grandes, caudalosos y con pendientes suaves. Los ríos
más importantes por su volumen medio anual son, en
la vertiente del Pacífico, el Colorado, Yaqui, Fuerte,
Culiacán, Lerma-Santiago, Balsas, Papagayo, Ometepec,
Verde, Tehuantepec y Suchiate; en la vertiente del Golfo,
el Bravo, Pánuco, Tuxpan, Papaloapan, Coatzacoalcos,
Grijalva y Usumacinta y, para la vertiente del Mar de las
Antillas, el Río Hondo. Los ríos del interior
más importantes son el Nazas, Aguanaval, Santa María,
Casas Grandes y del Carmen.
Dentro de los cuerpos de agua lénticos
existen alrededor de 70 lagos de tamaño muy diverso
que, en conjunto, cubren una superficie cercana a las 371
mil hectáreas. El mayor número de lagos en el
país se localiza en la zona del Eje Volcánico
Transversal, asociados al sistema Lerma-Santiago; la zona
centro-occidente (que incluye los estados de Jalisco y Michoacán)
es la más importante, ya que alberga los lagos más
grandes: Chapala, Cuitzeo y Pátzcuaro. Los embalses
artificiales también son relevantes, ya que más
de 4 500 obras de almacenamiento actualmente cubren una superficie
mayor que los embalses naturales. Los embalses artificiales
más grandes del país son las presas La Amistad,
Falcón, Vicente Guerrero, Álvaro Obregón,
Infiernillo, Cerro del Oro, Temascal, Caracol, Requena y Venustiano
Carranza.
En números absolutos los ecosistemas acuáticos
continentales tienen relativamente pocas especies, pero su
número por unidad de área es ligeramente superior
a lo encontrado en ecosistemas terrestres y más de
15 veces superior a los ecosistemas marinos (Arriaga et al.,
2000). A nivel mundial, cerca del 12% de las especies animales
y el 41% de todas las especies de peces viven en los ríos
y lagos dulceacuícolas. En México las aguas
continentales –a pesar de que comparativamente ocupan
una superficie muy pequeña del país– albergan
una gran variedad de grupos taxonómicos.
La descripción de la diversidad de los ecosistemas
acuáticos en México está basada fundamentalmente
en los peces, ya que son el grupo del que se tiene la información
más completa y podría reflejar la magnitud de
la diversidad de otros taxa. A la fecha se han descrito alrededor
de 384 especies de peces dulceacuícolas, cantidad que
duplica lo registrado en países como Japón (186
especies), Canadá (177) o Turquía (152), aunque
es inferior a la de Estados Unidos, que tiene más de
800 especies.
Los ríos con más diversidad de peces son el
Pánuco con 75 especies (30% endémicas), Lerma-Santiago
con 57 especies (58% endémicas), Coatzacoalcos con
53 especies (13% endémicas) y Papaloapan con 47 especies
(21% endémicas) (Miller, 1986). Algunos de los sistemas
lacustres más importantes por su biodiversidad y alto
número de endemismos conocidos son el Lago de Chapala,
los lagos-cráter de la Cuenca de Oriental, el Lago
de Catemaco, la Laguna de Chichankanab y el Lago de la Media
Luna. Cuatro Ciénegas, en el estado de Coahuila, es
un sitio particularmente importante, ya que en esta pequeña
zona viven 12 especies de crustáceos (la mitad son
endémicas), 33 especies de moluscos, 16 especies de
peces (la mayoría endémicas y en peligro de
extinción: Dionda episcopa, Cyprinodon atrorus,
Lucania interioris, Cichlasoma minckleyi, entre otras),
una herpetofauna de 70 especies y 61 aves acuáticas
reportadas (Arriaga et al., 2000).
Los ecosistemas costeros incluyen una gran variedad de biomas
altamente productivos que han estado sujetos a una enorme
presión en todo el mundo. Excluyendo a las costas de
la Antártica, que están relativamente bien conservadas,
de la totalidad de las tierras ubicadas dentro de la zona
costera, el 19% está fuertemente alterado y otro 10%
presenta una fragmentación notoria (WRI, 2000). De
entre los ecosistemas costeros más importantes se encuentran
los manglares, las lagunas costeras y los arrecifes de coral.
Los manglares están ampliamente distribuidos en las
costas de México, tanto del Pacífico como del
Golfo de California y Atlántico (Golfo de México
y el Caribe). Estas comunidades vegetales tienen un papel
fundamental en la producción de pesquerías tropicales
debido a que numerosas especies de peces, moluscos y crustáceos
los utilizan como sitios de desove. Además del aprovechamiento
de los árboles de mangle como leña, los manglares
son importantes porque ayudan a estabilizar las líneas
costeras y disminuyen los efectos negativos de tormentas y
marejadas.
No existe una información completa de la magnitud de
pérdida que han sufrido los manglares en México
y el mundo. De acuerdo con estimaciones del World Resource
Institute (WRI), México ha perdido alrededor del 65%
de sus manglares, cifra sólo comparable con la reportada
en Panamá (67%), pero muy por arriba de otros países
de Latinoamérica como Guatemala (32%), Jamaica (30%),
Perú (25%) y El Salvador (6%). Los valores más
altos de destrucción de manglares reportados en el
mundo son los de Tailandia (84%), Paquistán (78%) y
Malasia (74%).
De las aproximadamente 55 especies de árboles de mangle
que se conocen en el mundo, México cuenta con seis:
mangle negro (Avicennia germinans y A. bicolor),
mangle botoncillo (Conocarpus erectus), mangle blanco
(Laguncularia racemosa) y mangle rojo (Rhizophora
mangle y R. harrisonii). Las principales amenazas de
los manglares en el país son la tala motivada por la
ampliación de la frontera agrícola-ganadera,
la destrucción ocasionada por el desarrollo de centros
turísticos y urbanos, así como la construcción
de granjas camaronícolas.
Las lagunas costeras son cuerpos acuáticos litorales
producto del encuentro de dos masas de agua distintas –una
proveniente del escurrimiento de ríos y otra del mar–
debido a la actividad de las mareas. Constituyen uno de los
sistemas naturales más productivos del mundo por la
entrada de nutrientes provenientes de las comunidades vegetales
que las rodean y de la materia orgánica que se retiene
en el sedimento. Debido a sus condiciones naturales, sirven
de área de reproducción para especies como jaiba,
langosta, camarón, caracol y numerosos peces. Además,
proporcionan refugio y alimento para aves acuáticas
residentes y migratorias y son sitios de anidación
de otras especies. México cuenta con 137 lagunas costeras,
de las cuales 92 pertenecen al litoral del Pacífico
y 45 al Golfo de México y el Caribe. Dichas lagunas
son ecosistemas caracterizados por una alta biodiversidad.
Las más importantes por su tamaño son la Laguna
Madre en Tamaulipas, Bahía Magdalena en Baja California
Sur y la Laguna de Términos en Campeche.
Los arrecifes de coral son el resultado de la acumulación
de residuos cementados de carbonatos provenientes de los esqueletos
de pequeños animales (pólipos) que habitan principalmente
en aguas tropicales claras y poco profundas. Son ecosistemas
que albergan una gran diversidad de flora y fauna; se estima
que más de un millón de especies viven en los
aproximadamente 255 mil kilómetros cuadrados (km2)
que ocupan los arrecifes someros en el mundo. Los más
extensos del planeta se encuentran en el Pacífico occidental
y el sudeste asiático. Los principales arrecifes mexicanos
se localizan en la región del Caribe y representan
sólo el 8.2% de los arrecifes del orbe (WRI, 2001).
Los arrecifes de coral están distribuidos en las costas
del país, tanto en el Océano Pacífico,
como en el Golfo de México y el Mar Caribe; en esta
última zona, el arrecife forma una barrera discontinua
de alrededor de mil kilómetros de longitud que se prolonga
hasta Honduras y es considerada como la segunda barrera arrecifal
más grande del mundo, después de la Gran Barrera
de Arrecifes de Australia. Además de los arrecifes
de la zona del Caribe, también se encuentran formaciones
importantes en los municipios de La Paz y Los Cabos (Arrecifes
Cabo Pulmo), Baja California Sur, y en Tuxpan (Arrecifes Tuxpan),
Veracruz.
Estos ecosistemas son extremadamente vulnerables a los efectos
directos e indirectos de la actividad humana. Si bien los
daños directos al coral, como la extracción
y su destrucción por obras de infraestructura o desarrollo
urbano, son los más visibles, los daños indirectos
son más importantes. Hoy en día, las principales
amenazas de los arrecifes son la contaminación, la
erosión del suelo en zonas costeras, la sobrepesca,
el turismo marino y el cambio climático global. Con
respecto a este último punto cabe señalar que
los corales contienen algas microscópicas (zooxantelas)
que viven dentro de sus tejidos en una sociedad mutualista.
Cuando los corales están en estrés por un incremento
en la temperatura del agua, pierden a las algas de sus tejidos
y se tornan más blancos. Este fenómeno, que
se conoce como blanqueamiento del coral, puede llegar a producir
su muerte. El blanqueamiento del coral se ha presentado en
varias ocasiones durante los eventos de El Niño, sin
embargo el más extenso registrado hasta la fecha ocurrió
en los años de 1997-1998 y es, además de una
señal preocupante de los efectos del calentamiento
global de laTierra, una evidencia del grado de vulnerabilidad
de estos ecosistemas.
Se reconoce que México es uno de
los países con mayor diversidad biológica en
el mundo; el número total de especies descritas es
de casi 65 000, cifra muy por debajo de las más de
200 000 especies que, en una aproximación conservadora,
se estima habitan en el país. México es la nación
que cuenta con el número más alto de reptiles
del mundo con 704 especies (52% endémicas), lo que
representa el 11% de las especies de este grupo conocidas
en el planeta; en mamíferos, ocupa el quinto lugar
con 491 especies (29% endémicas), el cuarto en anfibios
(60% endémicos) y tiene una rica avifauna de más
de 1 000 especies (Figura 6.1).
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México, Brasil, Colombia e Indonesia son los países
que se consideran más diversos del mundo y tienen
consistentemente el mayor número de especies de los
principales grupos biológicos (Figura 6.2). México,
Australia y Estados Unidos son, dentro de los países
miembros de la OCDE, los más diversos; sin embargo,
cuando se toma en cuenta el área de cada país,
México tiene muchas más especies por km2 de
superficie que cualquier otro miembro de esta organización.
Además del alto número de especies, la diversidad
de México es relevante porque muchas de las especies
de importancia agrícola tuvieron su origen en nuestro
territorio. De hecho, México es el único país
megadiverso que se encuentra en lo que se conoce como la
“faja génica”, que circunda al mundo
entre los trópicos de Cáncer y Capricornio.
Este hecho se refleja en la gran diversidad de especies
y variedades de plantas cultivadas. Por ejemplo, el género
Phaseolus (donde se encuentra el fríjol
común) está representado en el país
por 35 especies, muchas de las cuales son cultivadas o utilizadas
en diversas regiones del territorio. También se encuentra
la especie Zea diploperennis, pariente silvestre
del maíz (Zea mays), que presenta genes
que determinan la resistencia a varias de las enfermedades
de su pariente cultivado, por lo que podría ser la
única fuente de genes disponible para mejorar esta
planta (Ramamoorthy et al., 1998).
La diversidad genética ha sido utilizada ampliamente
por el hombre durante los procesos de selección artificial
que han llevado a la domesticación de numerosas especies
de plantas y animales. Recientemente se han multiplicado
los trabajos encaminados a conocer aspectos de la variabilidad
genética de las especies silvestres mexicanas, el
número de las que se les han evaluado aspectos relacionados
con la variabilidad genética es aún bajo.
No obstante, la existencia de centros de diversificación
de varios géneros como Pinus y Quercus
es una muestra de la gran diversidad genética potencial
que existe en las especies mexicanas.
México es también considerado uno de los centros
de domesticación de plantas más importantes
del mundo, ya que se estima que al menos 120 especies de
plantas han sido domesticadas en el territorio que ahora
ocupa nuestro país (Hernández-Xolocotzi, 1998)
(Cuadro_III.4.3.1).
En contraste con las plantas, el número de especies
de animales que se han domesticado es mucho menor, ya que,
apenas se reconocen 12 razas (cuatro de ovejas, dos de caballos,
tres de cerdos, una de cabras y dos de ganado vacuno (Cuadro_III.4.3.2)
de las aproximadamente 4 000 que se han registrado en el
mundo (Conabio, 1998).
El esfuerzo más importante para conocer y sistematizar
la información biológica de México
está a cargo de la Conabio, a través del Sistema
Nacional de Información sobre Biodiversidad (SNIB).
El SNIB integra la información taxonómica,
ecológica, geográfica y bibliográfica
de las especies de México en un sistema que permite
el análisis a nivel genético, de especies
y de ecosistemas en diversas escalas espaciales (local,
nacional y regional). Actualmente, el sistema cuenta con
información de alrededor de 4 millones de registros
curatoriales. De acuerdo con la información hasta
ahora contenida en el SNIB (sin incluir los peces), los
biomas con más especies son las selvas perennifolias
y subperennifolias, los bosques de coníferas y encinos
y los matorrales xerófilos (Figura 6.3), aunque,
considerando la superficie que ocupa cada bioma (Tabla_6.2),
los bosques mesófilos son los que tienen más
especies por unidad de área.
Los estados de Veracruz, Chiapas y Oaxaca registran el
mayor número de especies (véase Cuadros_III.4.2.3
y III.4.2.4) siendo,
este último estado, el que presenta el mayor número
de especies de vertebrados endémicos a México
(Flores y Gerez, 1994).
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