Balance de agua
El volumen total de agua que recibe el
país por precipitación es de 1 528 km3 en
promedio, pero la mayor parte, cerca del 73% regresa a la
atmósfera por evapotranspiración (1 106 km3).
Además del agua que ingresa al país por medio
de la precipitación, México recibe 48 km3
provenientes de Guatemala y 1.8 km3 del río Colorado
y entrega 0.44 km3 del río Bravo a Estados Unidos
de acuerdo con el Tratado sobre Distribución de Aguas
Internacionales entre los Estados Unidos Mexicanos y los
Estados Unidos de América, firmado en 1944. De esta
forma, el balance general muestra que la disponibilidad
media natural de México es de 472 km3 de agua en
promedio al año (Figura 4.3, Diagrama_III.2.1.2);
valor superior al de la mayoría de los países
europeos, pero muy inferior si se compara con Estados Unidos
(2 460 km3), Canadá (2 740 km3) o Brasil (5 418 km3).
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Debido a que el volumen de agua que se recibe por precipitación
es diferente año con año, la disponibilidad
de líquido también muestra variaciones temporales
y espaciales importantes que son tomadas en cuenta en
los programas de planeación hidráulica.
Una aproximación de la variación en la disponibilidad
de agua que ha tenido México de 1990 a la fecha,
si se considera que la evapotranspiración es del
orden de 1 100 km3 y no cambia significativamente entre
años, muestra que en 1990 y 1993 se tuvo cerca
de 40% más de agua disponible, mientras que en
1994, 1996 y 1997 el volumen de agua disponible se redujo
alrededor de 30%.
Del total de agua disponible, aproximadamente el 84% (397
km3 en promedio) escurre superficialmente y el resto (75
km3) se incorpora a los acuíferos. El escurrimiento
superficial también muestra variaciones importantes
en el país. En la región de la frontera
sur escurre cerca del 35% del total nacional, encauzado
básicamente en los ríos Grijalva y Usumacinta,
mientras que en las penínsulas de Baja California
y Yucatán el escurrimiento superficial es mínimo
y no llega al 1%, aunque por diferentes causas: en Baja
California por su escasa precipitación y en la
Península de Yucatán por su poco relieve
y sustrato permeable que no facilitan la formación
de escurrimientos superficiales de importancia –no
obstante, en la planicie yucateca sí se favorece
la recarga de agua subterránea- (Tabla
4.4, Cuadro III.2.1.5).
La mayor parte de los escurrimientos superficiales se
canalizan por los grandes ríos de México.
El Grijalva, Usumacinta, Papaloapan, Pánuco y Lerma-Santiago
captan, en conjunto, casi el 54% del escurrimiento superficial
(Cenapred, 2001; véase Cuadro_III.2.1.6).
Debido al régimen climático del país,
en casi todos los ríos existe una diferencia notable
en el volumen de agua que acarrean en las épocas
de lluvias y de secas. Esta variación está
acentuada por las obras de retención de agua e
irrigación, de tal manera que muchos de los ríos
que antes eran permanentes ahora se vuelven intermitentes,
por lo menos en algunas partes de su recorrido (Conabio,
1998), lo que trae consigo afectaciones a los ecosistemas
acuáticos y costeros.
La capacidad de almacenamiento proporcionada por la infraestructura
hidráulica del país es de 150 km3. De las
4 500 presas existentes, 840 están clasificadas
como grandes presas de acuerdo con los criterios de la
Comisión Internacional de Grandes Presas. La capacidad
de almacenamiento conjunto equivaldría al 37% del
escurrimiento promedio anual del país; sin embargo,
en realidad cerca del 80% del agua se descarga al mar
sin ningún aprovechamiento. Si bien las grandes
presas podrían aportar agua en las temporadas desfavorables
del año, su principal función está
centrada en la generación de energía eléctrica
y el control de avenidas (por ejemplo, La Angostura, El
Malpaso e Infiernillo); en menor medida, y sobre todo
en el norte del país, las presas se utilizan para
proveer de agua a las actividades agrícolas (Cuadro_III.2.1.8).
De hecho, sólo el 18% del volumen de almacenamiento
del país se tiene en zonas ubicadas por arriba
de la cota de los 500 msnm siendo que en éstas
habita más del 75% de la población y se
encuentran las mayores superficies de riego del país.
El volumen de agua almacenado en lagos y lagunas es pequeño
(poco más de 6 500 hm3), ya que México no
cuenta con lagos extensos y profundos (Cuadro
III.2.1.7).
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